La defensa sevillista siempre está hecha de otra pasta. En el
Sánchez-
Pizjuán no se sorprenden así como así. Por este estadio han pasado zagueros que dejaron sus nombres inscritos en los anales de la entidad: desde los míticos
Campanal II,
San José,
Pablo Blanco,
Antonio Álvarez,
Prieto o
Diego Rodríguez, entre muchos otros.
Los ha habido con calidad, con plus de casta y coraje, con una mezcla de todo ello... el listón para los que llegan no es fácil de superar; pero quizás por encima de todos están los que tuvieron la gran fortuna de estar en equipos que marcaron época. Y teniendo en cuenta que el mayor esplendor nervionense ha llegado en el siglo XXI, pueden destacarse tres duplas de centrales a las que aspira a unirse -si sus muchos pretendientes lo permiten- la formada por
Jules Koundé y
Diego Carlos Santos.
El joven francés (sólo 21 años) y el brasileño (27) se han asentado como pareja tras la lesión y el posterior adiós de
Daniel Carriço (
Wuham) y, además de demostrar que cada partido se entienden aún mejor, exhiben argumentos de peso para poder confiar en que en un futuro no muy lejano se les recordará como una versión 4.0 de los ‘Guardianes de Nervión’.
La primera edición, quizás la más ruda de todas al ser de una épocas menos glamurosa y que exigía priorizar la ‘testiculina’ a la filigrana, la formaron
Javi Navarro y
Pablo Alfaro. Era una sociedad que infundía temor al delantero rival. Fueron los dos centrales de la cimentación del ‘
Sevilla de los títulos’. Eran, con permiso de
Aitor Ocio, dos pilares básicos en los onces de
Joaquín Caparrós y baste con reseñar que el prometedor
Sergio Ramos tuvo que buscarse un sitio en el lateral derecho para dejar claro hasta qué punto eran inamovibles
Javi y
Pablo.
El valenciano todavía conservó ese rol con
Juande Ramos, pero el aragonés dejó su puesto a
Julien Escudé (con
Aitor Ocio y
Dragutinovic de recambios). Con ellos en el eje de la zaga se abrió una etapa del todo inesperada y llegaron cinco títulos en 15 meses. El francés siguió hasta la
Copa del Rey de 2010, pero sin encontrar en esos tres años una pareja tan estable como
Navarro.
El ‘poli bueno’ y el ‘poli malo’. Uno más expeditivo y otro con más calidad técnica; todo un clásico que también es aplicable a
Diego Carlos y
Koundé, los herederos de la última dupla defensiva para la historia, la de los tres trofeos de la
Europa League seguidos: con
Nico Pareja y
Daniel Carriço (junto a
Fazio o
Rami).
Hasta entonces, la retaguardia del
Sevilla era reflejo de la exitosa política de
Monchi. Comprar por poco y vender por mucho. De los ‘Guardianes’ reseñados, los primeros llegaron sin coste, mientras que el galo, el luso y el argentino supusieron una módica inversión de poco más de un millón o millón y medio de euros.
A este selecto grupo estaba llamado a incorporarse
Clément Lenglet, pero su progresión fue tan grande que llegó en enero de 2017 del
Nancy con 21 años por 5,4 millones y fue traspasado en el verano de 2018 al
Barcelona por los 36 kilos de su cláusula.
Diego Carlos y
Koundé son símbolo de otro
Sevilla, del Sevilla del crecimiento; de un modelo de negocio más ambicioso, como dejaron claro los 35 millones más variables (15 + 20) que el club invirtió en ambos.
El brasileño lo juega todo y es el quinto debutante de
LaLiga con más minutos. El galo es fijo ya y se adapta al lateral. Ambos ven puerta con facilidad y transmiten gran seguridad... El club espera que marquen una nueva época exitosa en
Nervión... siempre que sus pretendientes lo permitan. Y si no, pues algo hará
Monchi.