Paralizado por completo el fútbol europeo, la
UEFA busca soluciones para ajustar el calendario futbolístico dada la actual crisis sanitaria del
coronavirus COVID-19. El presidente del organismo,
Aleksander Ceferin, ya avisó recientemente de la fecha tope tanto para la Europa League como para la Champions League. "El 3 de agosto deben estar, tanto
Champions como
Europa League, acabadas. Estamos en una situación extraordinaria y debemos ser
flexibles: podremos jugar en las mismas fechas que las ligas locales, incluso a la misma hora. Tenemos diferentes planes para reiniciar la Champions y la Europa League en mayo, junio, julio o también existe la posibilidad de que no volvamos a jugar. Si las autoridades no nos permiten jugar, no podremos hacerlo. Dependemos de los
Gobiernos de cada país. En septiembre u octubre ya no se puede", aseguró en una entrevista a la cadena alemana 'ZDF'.
Así, en las
altas instancias continentales no descartan que, a tenor del poco halagüeño panorama en materia de salud pública, las competiciones no puedan volver a retomarse y tengan que recurrir a 'malabarismos' para contentar al mayor número de partes posible. En este sentido, el programa 'Tiempo de Juego' de la 'Cadena Cope' aseguraba en las últimas horas que el presidente de la
Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis
Rubiales, se habría comprometido con
Ceferin a hacer llegar a la UEFA la lista con los
siete representantes españoles para las competiciones europeas de la 20/21 el citado 3 de agosto, e independientemente de que se pudiera haber puesto fin con 'normalidad' a LaLiga 19/20.
Una circunstancia que salpica de lleno al
Sevilla F.C., tercero en la tabla en el momento del
parón y tras 27 jornadas disputadas. Lo que en un hipotético escenario de 'cortar por lo sano', le daría plaza de
Champions, algo que el propio técnico nervionense,
Julen Lopetegui, no veía descabellado. "Tiene que jugarse cuando se den las medidas para que todo el mundo pueda disfrutar. Que da tiempo a terminar la temporada, fantástico, que no, los responsables tendrán que sacar conclusiones de las tres cuartas partes de temporada que se han disputado", apuntaba hace unos días en los medios oficiales del club.
Una de cal y otra de arena en tal caso para los
nervionenses, ya que una teórica congelación total de la actividad podría frustrar sus deseos en una
Europa League en la que ya cabalgaba por octavos de final, altura de la competición en la que estaba
citado con la Roma antes de que la alerta sanitaria dinamitara la programación de la temporada 19/20. A su favor sólo juega el margen planteado por Ceferin, hasta bien entrado el
verano.
Rubiales, que no arroja la toalla en su idea de finiquitar las competiciones, insistió en los últimos días en que no se puede tirar por tierra lo jugado hasta el momento, algo que en cierta medida
sintoniza con la visión de un Lopetegui que prioriza la salud por encima de todo en este contexto. "La cancelación no se ha pensado en estos momentos. Si esto fuera un
maratón de 42 kilómetros, y vamos por el kilómetro 30, sería injusto cancelar y poner a todos los corredores en el kilómetro cero en igualdad. Se ha planteado poner a todos en el kilómetro 30, que se termine esa carrera sin prisa", explicó el presidente de la
RFEF recientemente.
En el peor de los
escenarios, si se descartara definitivamente la posibilidad de la
reanudación, para designar a un campeón y elegir los clasificados para las competiciones europeas debería formarse una
comisión mixta entre LaLiga y la Federación; vía, que de llegar a un
punto muerto, daría la última palabra a Luis
Rubiales, que es la persona con potestad para decidir en caso de que no se alcanzara un
acuerdo. Así las cosas, el hecho de que las semanas pasen y se agoten las opciones de encajar las piezas acerca un desenlace que garantizaría la
plaza Champions al Sevilla F.C.
En cualquier caso, una
suspensión definitiva, con el consiguiente 'apaño improvisado', haría que los clubes en
España se enfrentaran a pérdidas que podrían rozar los
1.000 millones de euros. Si bien en un principio se hablaba de una sangría de en torno a 700 millones, a estas pérdidas habría que sumar el dinero 'evaporado' en caso de la no finalización de las
competiciones europeas.