El Alavés eligió con coherencia el relevo para Abelardo. Un técnico de corte similar, que rentabiliza los recursos de los que dispone a partir de una propuesta ajustada a las posibilidades. Asier Garitano no encajó en la Real Sociedad, porque sí contaba con mimbres para otro estilo de fútbol, más similar al que ha desplegado el conjunto donostiarra en los últimos años, y el entrenador vasco quiso instalar la misma fórmula que le valió en el Leganés y que ahora también tiene cabida en Mendizorroza.
En este sentido ha construido un equipo rocoso, con la virtud de que conoce sus limitaciones y opta por un pragmatismo que, de momento, le mantiene alejado de la zona de peligro. Garitano ha probado con diferentes sistemas, ha rebuscado para hallar el dibujo al que mejor se amolda el equipo y se ha inclinado por un 4-4-2 clásico, con dos delanteros que ofrecen movilidad en ataque, sobre todo Lucas Pérez, cuya ausencia hoy podría provocar un giro al 4-3-3 para dar consistencia al centro del campo.
La llegada de Camarasa sube el nivel de la medular y permite nuevos registros dentro de un margen de maniobra en el que se prescinde de la seda. Este Alavés prefiere pertrecharse, minimizar los espacios con las líneas juntas para no dejar respirar al rival en las zonas de influencia, tratar de robar en buena posición y golpear con la puntería de sus hombres de arriba.