El
Sevilla de
Lopetegui ha acostumbrado a su gente al dulce sabor de la victoria. A partir de ahí... doctores tiene la Iglesia. Se podrá debatir sobre la falta de puntería de sus delanteros, criticar los cambios defensivos del vasco o poner en tela de juicio un estilo que prioriza el control y el orden defensivo. Pero dicho todo esto, no hay duda de que este
Sevilla sabe ganar. Y también sufrir. Porque, ya sea por la tan manida igualdad de
LaLiga, real y palpable, o por su falta de descaro para cerrar los partidos, el conjunto nervionense vive en demasiadas ocasiones sobre el alambre, pero son pocas las ocasiones en las que cae al vacío.
Diez partidos consecutivos sin perder, siete de ellos en un campeonato doméstico donde suma tres triunfos seguidos, han encaramado al cuadro blanquirrojo a una tercera posición que hoy defenderá con uñas y dientes, con la posibilidad de meterle ya siete puntos al
Atlético.
Pero no hay nadie en
Nervión que no asuma que el sufrimiento volverá a acompañarles en
El Sadar. Con el recuerdo de las físicas batallas de antaño, aguarda a los sevillistas un
Osasuna que ha recuperado la intensidad como seña de identidad. Aunque no sólo de morder y correr vive el conjunto navarro, vertical, con el
'Chimy' Ávila en un gran momento, y especialmente dañino ante su público.
Hasta 31 encuentros consecutivos han estado los rojillos sin perder en su feudo. El
Athletic, en el último choque disputado en él, fue el que consiguió romper esa espectacular racha. Pero
Lopetegui ya ha advertido que no merecieron caer los de
Arrasate. Por ello, no sería nada extraño que tocase algunas teclas para adaptarse a las especiales características del rival, como ya hizo en casa ante el
Atlético con una zaga de tres centrales, y subsanar así la falta de desborde que provoca la ausencia de sus dos extremos titulares.
A la baja de
Ocampos, que cumplirá su segundo partido de sanción, se suma que
Nolito tampoco será de la partida debido a una contusión en la pierna izquierda. Pero ni por esas ha tirado el técnico vasco de
Rony Lopes, el gran fiasco hasta la fecha de la elogiada planificación de
Monchi, que lo convirtió en el fichaje más caro de la historia sevillista.
No quedan, por tanto, jugadores de banda -pues
Lopetegui ve a
Munir más como delantero- más allá de un
Bryan Gil que se ha enchufado. El barbateño, de hecho, oposita con fuerza al once, especialmente si se mantiene el 4-3-3, pero dada su falta de experiencia en batallas de este calibre, no es nada descabellado que el técnico de Asteasu opte por el
Mudo y
Óliver en los costados. Esto invita a pensar a su vez en un cambio de esquema para inyectar dinamita arriba con dos puntas -con
De Jong fijo-, pues han viajado los cuatro delanteros, incluido
Dabbur, aunque dos jugadores de campo se quedarán sin vestir.
Esa fórmula, además, ya ha sido ensayada en los últimos partidos europeos y podría paliar la falta de mordiente que ya se padeció ante el Leganés y que se acrecentaría al jugar con dos medios en las bandas.
Además, llegan entre algodones
Fernando y
Jesús Navas. Al primero optan a relevarlo
Jordán, como en el último partido, o
Gudelj, su sustituto natural. Pero Lopetegui ya ha dado muestras de que prefiere recolocar a sus fijos, por lo que de no llegar el palaciego, es más probable que sea
Koundé el lateral diestro, y no
Pozo, con lo que
Carriço volvería al eje de la zaga.
Con unos mimbres u otros, lo que se espera es que el carácter competitivo de los sevillistas no falte en una dura batalla ante un Osasuna en el que repetirá el canterano
Juan Pérez bajo palos, ante las lesiones de sus dos porteros, y donde el mediocentro
Moncayola volverá a actuar de lateral diestro.