Una dirección deportiva está obligada a poner a disposición de su entrenador todo lo que éste necesite para poder desarrollar su idea de juego. Y el Sevilla FC, de manera más o menos acertada en cuanto a sus cualidades, sí que
terminó dándole a Pablo Machín los seis centrales que demandaba, para que tuviese dos por puesto.
El problema, claro, ha llegado cuando el soriano ha sido despedido y su sucedor, el hombre que le fichó a él y para él, entiende el fútbol de otra manera y, principalmente, la línea defensiva.
Joaquín Caparrós, salvo contadas excepciones, siempre ha apostado por
una clásica zaga de cuatro y eso, ahora que tiene a todos los centrales a su disposición, supone
un gran problema (bendito problema) para el utrerano, pues debe decantarse cada semana por dos para su once titular, dejar otros tantos -a lo sumo- en el banco y otros dos más en la grada. En Cornellá, por ejemplo,
los descartados fueron Kjaer, con Machín titularísimo, y
Gnagnon.
En verano,
el problema lo tendrá Monchi...
Así las cosas, .