Se hizo
Joaquín Caparrós con el equipo, sustituyendo a
Pablo Machín en el banquillo, y el
Sevilla FC se hizo con la victoria en el
RCDE Stadium, frente al
Espanyol. Tres puntos vitales para la lucha por el objetivo marcado por el de
Utrera, la cuarta plaza, y para poner fin a la tendencia a domicilio, después de diez jornadas consecutivas sin conocer la victoria; las cinco últimas, además, derrotas.
Un
‘efecto Caparrós’ que cobra mucha más relevancia si se fija la atención, además, en la portería sevillista, defendida en
Cornellà por el canterano
Juan Soriano, después de que
Tomas Vaclik se probara durante el calentamiento y no estuviera apto para defenderla. El de
Benacazón, que acabó siendo expulsado ya concluido el encuentro, dejó la portería a cero, algo a lo que están muy poco habituados los de
Nervión en los últimos tiempos.
De hecho, los sevillistas no veían algo así desde el pasado 26 de enero, cuando el
Sevilla FC se impuso por 5-0 al
Levante en el
Ramón Sánchez-Pizjuán. Desde entonces, seis partidos consecutivos sin conseguirlo: cuatro derrotas
(Celta de Vigo, Villarreal, Barcelona y Huesca) y un empate
(Eibar). Y es que el calor de
Nervión también se antoja clave a la hora de conseguir dejar el arco a cero.
Tanto, que, para ver un partido en el que el
Sevilla lo consiguiera lejos de
Eduardo Dato, hay que remontarse mucho más atrás. Mucho, pero mucho... Concretamente, desde febrero de 2018; o lo que es lo mismo, más de un año. Y es que el
Sevilla no ganaba un partido de
LaLiga desde un 0-1 frente al
Málaga en
La Rosaleda. Es decir, que el
‘efecto Caparrós’ es aún más relevante si uno se fija en la portería.