Superado el ‘match ball’ liguero,
Machín afronta una nueva final mañana. Su Sevilla se la juega en la competición de la cual es el indiscutible rey ante un Slavia a priori inferior, pero que saltará al césped clasificado por el 2-2 obtenido en la ida. La goleada ante la Real Sociedad ha reactivado el
optimismo, aunque el
pobre bagaje del equipo como visitante (no gana fuera en Liga desde finales de septiembre) recomienda ser prudentes al máximo, si bien en la anterior ronda, los pupilos del técnico soriano fueron capaces de asaltar el Olímpico de Roma al vencer por 0-1 a la Lazio.
No cabe duda, en cualquier caso, de que la obligación sevillista es
vencer en el moderno Eden Arena, con capacidad para 21.000 espectadores y todas sus entradas vendidas. Pero basta con echar un vistazo a lo realizado este mismo curso por los checos para comprobar que
no será una tarea sencilla. No en vano, ninguno de los cuatro equipos que han visitado su feudo en la presente Europa League, algunos de ellos con más potencial sobre el papel, han sido capaces siquiera de marcar.
En la Fase de Grupos, pasaron por Praga sin ver puerta
Zenit (2-0),
Copenhague (0-0) y
Girondins (1-0), a los que hay que sumar el
Genk en dieciseisavos (0-0). Además, esta campaña, el Slavia disputó también una ronda previa en busca de un billete para la Champions y empató en casa ante
Dynamo de Kiev (1-1); es decir, que los cinco resultados obtenidos como local este curso en competiciones europeas le servirían este jueves para dar la campanada y acceder a cuartos.
Además, llama la atención que el cuadro checo
no haya perdido ninguno de sus seis últimos partidos en eliminatorias de la Europa League o Copa de la UEFA, empatando cinco de ellos. Una advertencia más, como el hecho de que en su liga haya ganado 11 de sus 12 encuentros. El Sevilla necesitará, por tanto, de su mejor versión si no quiere que la crisis se reabra de inmediato.