Todo fluye. 'Panta rei', en el griego clásico. Es el concepto que defendía el filósofo
Heráclito de Éfeso y al que el propio Machín parece haberse acogido desde su llegada al Sevilla. Si tengo lesionados, me adapto y
me reinvento, pero que todo siga fluyendo.
Este domingo, pese a la baja por sanción del 'Mudo', el de Gómara prefirió no adelantar a Éver Banega y dejarlo
de '5', donde mejor está rindiendo, para situar a Roque Mesa en el lugar del 'Mudo'. Sin embargo, los primeros compases del partido fueron incómodos para los sevillistas.
El Girona salió con la clara intención de imponer un ritmo de juego alto e intenso, algo que no beneficiaba a los locales, partidos en dos por la zona de Banega. El argentino pedía pausa a Sarabia y a Roque Mesa que se acercara para tener una línea de pase y encontrar la fluidez necesaria.
Ambos escucharon al '10' y el Sevilla empezó a cambiar el partido.
Era cuestión de tiempo que las ocasiones empezaran a llegar, que el fútbol de Machín fluyera. Navas, de regreso a la titularidad, fue de menos a más. Escudero se metía por dentro para las caídas al costado de
André Silva, muy dinámico y peligroso entre los centrales gerundenses. Y es que el luso volvió a completar otro buen partido haciendo el trabajo sucio. No en vano,
provocó el penalti con un buen quiebro a Juanpe que no tuvo más opción que derribarlo. No falló desde los once metros Banega en su cita con el gol.
El Sevilla quiso más y fue a por el segundo, que se lo fabricó en una gran jugada que finalizó Sarabia a la perfección. Puro estilo Machín, fluidez, verticalidad y efectividad. Cuando el Sevilla fluye es prácticamente imparable.