Las claves de la junta del Sevilla más tensa

Las claves de la junta del Sevilla más tensa
José Castro se dirige para hablar a los accionistas sevillistas. - Aitor Torvisco
Aitor TorviscoAitor Torvisco 7 min lectura
La Junta General de Accionistas del Sevilla celebrada el pasado lunes tuvo un clima tan tenso, que hizo que los mejores datos económicos de la historia del club y el excelente momento deportivo que vive el equipo pasasen a un discreto segundo plano. El cónclave deja una importante brecha y una resaca difícil de digerir, con posturas irreconciliables en el accionariado y un estado de crispación y de desconfianza hacia unos dirigentes incapaces de tranquilizar a las bases, que ven del todo incompatible negar que haya en marcha un proceso de venta del club mientras se abren las puertas a grupos inversores. 'Sevillistas Unidos 2020' tendrá un consejero en el órgano rector, cuyo nombre se negó a dar José Castro, a pesar de la insistencia de los presentes por conocer su identidad y por cerciorarse de si, como sospechaban, ya es un hecho la entrada de capital extranjero en la entidad.

Castro, con un discurso tan reivindicativo como ambiguo, se limitó a informar de que la empresa "está constituida en Madrid" y rechazó "cualquier tipo de relación con paraísos fiscales". Sin embargo, Accionistas Unidos asegura tener pruebas de que detrás de 'Sevillistas Unidos 2020' hay un opaco entramado de empresas que conducen hasta el estado de Delaware y la firma Macy's, gigante de la distribución de Estados Unidos. Así, en un detallado comunicado, la asociación concluye que "el capital americano está detrás de la compra del Sevilla Fútbol Club, que el estado del proceso de compraventa está avanzado y que el suelo del estadio es clave para cerrar la operación con estos inversores, que tienen intereses en la parcela de Nervión".

Eduardo Arenas, presidente de la asociación 'Accionistas Unidos', atendió a Onda Cero al término de una maratoniana junta y explicó que "una posible venta avanzada de los accionistas mayoritarios ha traído la preocupación". "No queremos que el club caiga en manos de capital extranjero; pero los mayores accionistas están comprando acciones a 1.100 euros y eso quiere decir que tienen ofertas mucho mayores". "Castro no nos ha dicho qué oferta tiene, pero ha conseguido que no se firme el cambio de estatutos", agregó.

Cabe recordar que el mayor paquete accionarial a día de hoy pertenece al grupo formado por José Castro, Roberto Alés y Francisco Guijarro. A ese colectivo mayoritario se unen otras dos grandes participaciones, las de las familias Carrión y Del Nido, y otras no menos importantes como la de Gómez Miñán o la citada irrupción del misterioso colectivo 'Sevillistas Unidos 2020 S.L.', que ya controla un cinco por ciento del total. Es decir, en manos de los grandes accionistas del club está cerca de un 70 por ciento del capital social.

El resto, poco más de un 30 por ciento de los títulos, pertenecen al llamado accionariado de base, a pequeños accionistas que han visto aumentados sus temores de una venta del club a inversores extranjeros al tumbarse la petición del grupo Accionistas Unidos, liderado por Eduardo Arenas, de aumentar al 75% del accionariado el quorum necesario para poder vender el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán y la Ciudad Deportiva José Ramón Cisneros Palacios.

Entendían, los accionistas minoritarios, que la mejor manera de alejar el capital extranjero es construir un dique que impida especular, hacer negocio y enriquecerse con ese jugoso patrimonio de la entidad. Es decir, no comprenden que Castro, Alés y Guijarro (con la abstención de la familia Del Nido, lo que no deja claro si es un apoyo a los rectores o un 'stand by' mientras prepara su estrategia) insistan en su promesa de no vender y esgriman que están invirtiendo en mejorar el campo y la ciudad deportiva, cuando, al mismo tiempo, se niegan a blindar esas instalaciones. Consideran que ningún inversor vería atractivo aterrizar en el club con un blindaje como el que proponían y dan por hecho que el rechazo a aprobar esta iniciativa no hace más que confirmar sus sospechas, tender la alfombra roja a los compradores extranjeros y escribir el prólogo de una venta anunciada desde la poco disimulada carrera por aglutinar acciones antes de la junta de este lunes.

La crispación y la fractura social quedó reflejada desde el mismo inicio de una Junta General de Accionistas que se extendió por espacio de más de ocho horas y en las que los miembros del consejo de administración tuvieron que escuchar insultos, reproches constantes y cánticos de 'El Sevilla no se vende'. De poco sirvieron las palabras de Castro, que insistía en su intención de "ser presidente muchos años" y que, si bien reivindicó tener "el mismo derecho a vender que los pequeños accionistas", remarcó sus "24 años trabajando por el Sevilla" y constantemente negó la mayor sobre una venta.

Al utrerano no le ayudó nada la intervención posterior de Carolina Alés y su lapidaria sentencia: "Yo no estoy vendiendo el estadio o la ciudad deportiva, sólo vendo las acciones de mi familia". Poco después, ante la gigantesca repercusión de sus palabras, intentó matizar; pero las bases entienden que la consejera ya había "quitado caretas" y acabado "con la farsa" diseñada por los grandes accionistas en una huida hacia delante. Sobre todo, tras el menosprecio a las bases que convirtió en 'Trending Topic' a la hija del expresidente Alés. "¿Y por qué no han comprado esas acciones que ha comprado 'Sevillistas Unidos 2020'. Ah, que no tienen dinero, claro...", espetó.

Sólo con escuchar o leer las intervenciones de algunos accionistas, es suficiente para hacerse una idea del grado de tensión, que difícilmente se rebajará.