La labor secreta de Dani Carriço

La labor secreta de Dani Carriço
Carriço y André Silva, junto a Sergi Gómez y Jesús Navas durante un entrenamiento. - A. Sáez
Alejandro SáezAlejandro Sáez 2 min lectura
El portugués Daniel Carriço ha pasado de la lista de transferibles en verano a recuperar el rol de protagonista que desempeñaba con Unai Emery en el banquillo sevillista. Un giro de 180 grados que, en gran medida, ha venido motivado por las lesiones que asolan al plantel dirigido por Pablo Machín. El experimentado central luso ha sabido agarrarse al clavo ardiendo que se le presentaba y, rindiendo a un gran nivel en el flanco derecho de la línea de tres centrales, ha conseguido un pleno de diez victorias, seis europeas y cuatro en LaLiga. Una labor deportiva que el sevillismo vuelve a aplaudirle (como años atrás), pero que no es lo único que brilla en su hoja de vida a lo largo del presente campeonato.

Ya lo dijo Óscar Arias, el pasado curso, cuando defendía la renovación del discutido zaguero aludiendo al peso que tiene dentro del vestuario y a su compromiso con el club. Es decir, un peso pesado; uno de esos jugadores que tiene que haber en todo vestuario. Buena prueba de ello, todo lo hecho por el portugués este verano, incluso desde antes de que comenzara a rodar el balón. Y mira que comenzó pronto a hacerlo, con tres rondas previas de la Europa League por delante. Y es que Carriço, para quienes no lo sepan, resultó pieza clave para el fichaje de su compatriota André Silva, haciendo las veces de cicerone... Y de mucho más.

El zaguero lo invitó a pasar unos días en la capital hispalense, le habló de las bondades de la ciudad y de una entidad en la que estaba convencido que triunfaría como delantero; le enseñó una ciudad de la que, por ahora, no conoce demasiado. De hecho, hasta le recomendó el barrio (próximo a la ciudad deportiva) en el que debía vivir.

Es decir, le metió un veneno en el cuerpo que luego, Joaquín Caparrós, supo materializar en forma de cesión con opción de compra.