Decía este miércoles Monchi,
en una entrevista concedida a un medio gaditano para hablar de su amigo y otrora mano derecha Óscar Arias, que el Sevilla FC es un club en el que hay mucha "exigencia" y que no se atendió, a la hora de valorar el trabajo del onubense como director deportivo, que el equipo llegase "a la final de la Copa del Rey y a los cuartos de final de la Liga de Campeones".
Tras dar el cuadro entonces dirigido por Vincenzo Montella
una imagen lamentable ante el Barça en el Wanda, José
Castro y su consejo tomaron en caliente la decisión, tras una breve reunión en el mismo aeropuerto, de destituir al onubense. Aunque la realidad es que, pese a ser utilizado ese día como cabeza de turco, la idea de prescindir de sus servicios ya rondaba por la cabeza del presidente nervionense.
Y, más que con los resultados deportivos, pues el Sevilla hizo cosas importantes en un par de torneos, tuvo que ver con
varias de las decisiones tomadas por el onubense desde el principio. Por ejemplo, con
dejar de reforzar el centro de la defensa, pese a la fragilidad física notoria de Pareja y Carriço; con gastar
la bala del traspaso más caro de la historia del club en un jugador,
Muriel, que no tiene gol; con
jugársela con el foráneo Montella, estando
Gracia -el ahora técnico de moda en la Premier- para reemplazar a Berizzo a mitad de temporada-; o con
rechazar a Bacca, a la postre autor de 18 goles y siete asistencias en el Villarreal, por considerarlo mayor.
Sin embargo, posiblemente su decisión más discutida fue la de
invitar a marcharse a Mariano Ferreira, quien había dado un excelente rendimiento la anterior temporada (43 partidos, 4 asistencias), para fichar, por más dinero de lo recaudado por el brasileño, a
Sébastian Corchia. Obviamente, Arias pensaba que a Mariano le quedaba ya poco al máximo nivel y que era, a la vez, una oportunidad inmejorable, ya que le restaba una sola temporada de contrato, para hacerse con un jugador al que la secretaría técnica de Monchi había seguido mucho.
La cuestión es que Corchia apenas jugó en el Sevilla con Berizzo, Montella y Caparrós -siendo cedido esta temporada al Benfica por no contar Machín con él- y que Mariano, mientras tanto, se convirtió en
el mejor lateral derecho de la Süper Lig otomana, tras dar seis asistencias y marcar dos tantos en 28 encuentros con el Galatasaray. Esta semana ha recogido su galardón por ello.