Machín parte de una idea muy definida, desarrollada a partir de un estilo propio que le encumbró en el Girona y que ha extrapolado a Nervión. El soriano ha apostado por ella desde el primer momento a pesar de encontrarse en un contexto completamente distinto y no ha dudado en adaptar la materia prima disponible a su inamovible esquema.
Las probaturas apuntan a una dirección común, a una filosofía con capacidad para mimetizarse sin problemas a la ambición sevillista. Ayer se apreció con nitidez ante el Újpest. Con los carrileros como extremos aprovechando la autopista dejada por el movimiento hacia el centro de los mediapuntas ante un rival replegado y Jesús Navas como estilete. Y con dos de los centrales adelantados en su perfil para apoyar en la salida.
Porque para Machín
el desplazamiento largo desde atrás se erige en una de las principales vías para buscar el área contraria, ya sea a la espalda de la zaga o para conectar por arriba con el delantero de referencia. Como todavía no cuenta con ese corte en vanguardia, los ‘pelotazos’ iban dirigidos a las rupturas de los laterales, como el de Roque a Navas para que adelantara a los suyos, o el de Pareja, también al palaciego, en el tanto de Sarabia.
La precisión en el pase kilométrico resulta vital para el técnico de Gómara, tanto como la presión alta que ejerció en el campo del Újpest para recuperar cerca del área, o la reducción de espacios con la estrechez entre líneas. Ya se aprecia el sello de un Machín, que, a la espera de más refuerzos y de disponer de los recién llegados, insiste con el ‘Mudo’ como pivote y en Arana ante la obviedad de que encaja en su estilo.
El ‘Mudo’, comodín de MachínMachín ha encontrado en Franco Vázquez una solución para el centro del campo ante las ausencias, retrasando su posición para que contribuya en la construcción desde el doble pivote. No es su sitio pero aportó su visión en la sala de máquinas.