El golazo con el que Franco Vázquez mató el partido en el epílogo del mismo, firmando de bella factura el 2-0 definitivo, fue la guinda a un magnífico partido en el que el argentino trabajó de principio a fin.
Y es que Franco Vázquez evidenció su mejor nivel durante todo el encuentro, acallando las críticas recibidas semanas atrás a base de buen fútbol y de un trabajo envidiable tanto con balón como sin él. El argentino tiró de clase y serenidad para pisar la pelota, incrustarse en la zaga rival y desequilibrar las líneas pepineras, convirtiéndose en el eterno apoyo que buscaron sus compañeros al ataque durante los 90 minutos.
Un amigo arriba que, ya sin Banega (el faro sevillista) sobre el campo, le dio serenidad al juego nervionense, a la vez que supo finalizar con acierto, y por la escuadra de Champagne; una contra blanquirroja que certificaba la presencia sevillista en una nueva final, la decimoséptima en el siglo XXI. Y es que el 'Mudo' habló donde mejor sabe, sobre el terreno de juego.