Tarik Oulida arribó a
Nervión en el verano de 1995, siendo una de las grandes promesas del fútbol holandés. Una grave lesión al inicio de temporada, sin embargo, le dejó en el dique seco durante su primer año en
España, algo que lastraría su proyección. Pese a no desentonar como sevillista, en
Sevilla es más recordado por muchos por un incidente vivido junto a
Moacir que por su labor en el césped; algo que, al margen de las bromas, pudo costarle la vida.
- ¿Qué pasó con Tarik Oulida?- Aquí estoy tomándome unas cervecitas mientras empieza el fútbol.
- ¿Por dónde anda?- En Holanda, Amsterdam. Llevo un par de años por aquí tras haber vivido unos ocho en España. Junto a los tres años que estuve en Sevilla, también he estado otros cinco en Marbella y en Altea (Alicante). Tengo dos hijos españoles que viven en Marbella. Estoy separado y aquí tengo a mi madre y mi familia. Me gusta mucho el clima, la gente y la vida de España; aquí todo es diferente.
- ¿A qué se dedica?- En 2007 me saqué la licencia UEFA de representante con muy buenas notas; algo que, según me dijeron, era muy difícil no siendo español. He estado trabajando como intermediario durante unos años, ya que tengo muchos contactos en Holanda, Japón y España; todo el mundo me pide ayuda. Pero en ese mundo hay que tener suerte, así que acabé dejándolo. Ahora estoy sacándome la licencia de entrenador y trabajando con niños.
- Estuvo tres años en Sevilla.- Sí. Teníamos un buen equipo con Suker, Jiménez, Prieto, Rafa Paz, Martagón; era un equipo muy fuerte. Vi a algunos de ellos cuando estuve viendo al Sevilla entrenar hace unos años. Jiménez era el técnico. Llegué en el verano del 95 y hacía un calor terrible. Hicimos la pretemporada en Cádiz durante dos semanas. No sabía español y me quería morir. Encima, cuando tan sólo llevaba unos días, me entero de que quieren descender el club a Segunda división B por temas burocráticos. Veía a los jugadores llorando y yo no entendía nada. Peixe y Toni, el entrenador, que hablaban inglés, fueron quienes me lo explicaron todo.
- ¿Y qué pensó usted en ese momento?- Pues imagínate. Tenía 20 años y, sin saber español, me había marchado a España para fichar por un equipo grande como el Sevilla. Estaba solo y me veía jugando en Segunda división B. Gracias a Dios se arregló todo. Un club tan grande como el Sevilla no podían bajarlo, primó la lógica.
- ¿Pensó en volverse para casa?- ¡No! Aunque tampoco podía, tenía firmado cuatro años.
- Y luego llegó la lesión.- Sí, a los tres meses de estar en Sevilla. Fue algo muy grave, contra el Sporting de Gijón. Me rompí el ligamento cruzado y me perdí toda la temporada. Reaparecí al año siguiente, en el que acabamos bajando a Segunda división. Por suerte, la Segunda española es muy diferente a la holandesa, aquí son muy malos. Yo tenía que jugar y demostrar que era buen jugador. Bajamos con Julián Rubio, que acabó siendo expulsado al inicio de la temporada siguiente. Hubo muchos entrenadores y ninguna sensación de hacer nada. Era un vestuario con muchos extranjeros (10-15) y hubo muchos problemas y cambios. No fue la mejor época del Sevilla.
- ¿Es cierto eso que dicen de que se tiró a una piscina vacía durante una fiesta en la casa del brasileño Moacir?- (Se ríe a carcajadas) Sí, la verdad es que sí. Es cierto, aunque no estaba vacía. ¡Casi me mato! Pensaba que había mucha más agua de la que realmente había. Yo vi a Moacir lanzarse de cabeza, pero claro... Lo hizo en un lado de la piscina en el que sí había agua. Yo me tiré en otro y... No, no había mucha agua. Fue realmente peligroso y tuvieron que ponerme un collarín. Tuve suerte, ya que casi me mato.
- Aún se recuerda esa 'anécdota' por parte de la afición.- ¿Sí? ¿Y no me recuerdan por el gol al Real Madrid? Nos pusimos 0-2 en el Bernabéu, ante un Real Madrid de Capello con Suker, Redondo... Acabamos perdiendo por 4-2 con un gol en fuera de juego de Raúl en el 48´. Comenzamos la segunda parte 1-2, si no llega a ser por eso y nos vamos al descanso ganando de dos... ¡Ganamos el partido seguro! Tuvieron que meter a Guti, Ze Roberto, Hierro... Daba fuerte Hierro.
- Tras su paso por Nervión se marchó a Japón.- Sí, había un representante que tenía contactos allí. En el Mundial de Francia, Japón hizo un buen papel y decidí marcharme. Su único problema es que no metían goles. Al nivel de jugadores, el fútbol japonés no estaba mal, pero tácticamente eran muy malos. No tenían nada de iniciativa, se movían como animales domesticados. Hacían sólo y exclusivamente lo que decía el míster; así no se puede jugar al fútbol, es como un partido de niños. Fue muy difícil al principio: el idioma, las costumbres... Durante los primeros tres meses quería irme, pero un jugador brasileño, el hijo de Carlos Alberto, me ayudó y me dijo que estuviera tranquilo, que eso era algo normal durante los primeros seis meses. Y así fue, acabamos ganando la Copa; en Liga quedamos segundos. Allí hay dos ligas, como en Argentina.
- ¿Y cómo fue el cambio entre España y Japón?- Pues enorme. La vida, la comida, los chiringuitos de la playa... Allí se hace todo dentro de la casa, la vida es totalmente distinta. No hay ni playas cerca ni chiringuitos. Después del Mundial del 98, el fútbol japonés empezó a mejorar. El campeonato se para un mes y todo se para por ello. Sólo jugamos amistosos, copas y torneos. La selección es muy importante, más que la liga en sí.
- Volviendo a Sevilla. ¿Cómo recuerda su etapa?- Fue muy bonita. Me acuerdo de José Mari, el joven. También estaba el canijo. ¿Cómo se llamaba?
- ¿Jesuli?- ¡Ese! Tenía una técnica impresionante. Que bueno era.
- ¿Había buen ambiente en el vestuario?- Claro que sí. Salíamos juntos, con las novias y las mujeres quien las tuviera. Yo tenía 21 años y estaba en Sevilla solo. Estuve dos meses y medio en el hotel Los Lebreros y luego viví en Simón Verde.
- Buena zona.- Sí. Era vecino de Suker.
- ¿Y era buen vecino?- Muy bueno. No hacía ruido. Vivía con sus padres y en aquella época estaba muy tranquilo; todavía no tenía la novia famosa (Ana Obregón).
- Y si le gusta tanto España, ¿por qué se volvió a Holanda?- Tenía que sacarme la licencia de entrenador y quería que fuera aquí. Estoy con mi madre y soy feliz aquí. Nos hacemos viejos, ya son 40 años. También juego con los viejos (veteranos) del Ajax.
- Su vida, tras colgar las botas, sigue siendo el fútbol.- Siempre. También estuve un año en Marruecos, donde tengo familia. Pero la mentalidad allí es muy diferente y así es muy difícil. Para ir de vacaciones, sí.