Jon Rahm, número 3 del ránking mundial, resurgió en la última jornada del Abierto de España desplegando su mejor juego del campeonato, firmando una tarjeta de 64 golpes (siete bajo par) y un acumulado de 270 (-14) que fueron insuficientes para certificar la remontada y pelear por la victoria.
Sin nada que perder al empezar a nueve golpes del líder, el francés Matthieu Pavon, Jon Rahm afrontó la última jornada del Abierto de España dispuesto a lograr la machada apelando a la épica.
El 'León de Barrika', muy irregular en su juego los tres primeros días, se dejó su mejor repertorio de golpes para la última jornada, en la que completó la mitad del recorrido, los nueve primeros hoyos, en treinta golpes (-6 bajo par) tras cosechar seis birdies.
Y a la finalización del torneo, Rahm hacía balance de la jornada: "Ha sido un buen día, muy bueno. Empecé muy bien, después me atasqué un poco del 12 al 14 y esos hoyos, si los llego a jugar bajo par en vez de a uno, me hubieran salido mejor. Quería acercarme a los líderes y dar un susto".Sincero como siempre ante los medios de comunicación, y para algunos con ciertos aires de superioridad, ha reconocido que este resultado no se lo esperaba: "Me hubiese gustado acabar mejor. El fin de semana he conseguido arreglarlo pero fue una pena lo del viernes. El año que viene espero tener mejor opciones".
Y como anécdota, el golfista vasco ha subrayado el último hoyo del torneo, en el que se quedó a un paso de hacer un 'eagle': "Me voy a acordar de ese hoyo 18 (par 4). Quería darle eso al público. He hecho lo que he podido desde el principio y creo que ha sido un buen domingo. Así el vuelo a casa será más fácil. Si me quedase con mal sabor por cada torneo que no gane sería una vida muy dura".
Respecto a la posibilidad que tenía de superar con su cuarto título del Abierto de España a Severiano Ballesteros ha sido muy tajante: "Ganar el cuarto es más por honor a mi mismo que por Severiano Ballesteros".
Durante el fin de semana, Rahm ya dejó cortado a un periodista cuando este le pedía que le mandara un mensaje a la afición para que tuviesen confianza en él: "¿Que yo le mande un mensaje a la afición? Que me lo manden ellos que falta me hace".
Y hoy, consciente de que es un ídolo para la afición española, ha sido seguido en cada hoyo por centenares de aficionados desde la primera hasta la última jornada. Sin embargo, ha vuelto a hacer gala de su falta de empatía con ellos: "No me doy cuenta de los aplausos cuando juego, estoy a lo mío. Este es un campo en el que dependiendo en qué parte estés el ruido y los gritos viajan bastante. Soy consciente de eso pero no pienso en ello".