Un
Betis ecléctico en la forma, pero tremendamente fiel a la idea, ahora sin desdeñar la vía práctica y directa en campo contrario, se impuso en la última jugada a un
Huesca que acabó con diez.
Setién ajustó paulatinamente su equipo para buscar el segundo gol con todo su arsenal.
De inicio,
Quique volvió a repetir la alineación y el dibujo (1-4-2-3-1) de
Ipurua, donde se erró en la finalización y en la concentración en área propia, pero donde también se impusieron tácticamente los verdiblanco en muchas fases, generando bastantes ocasiones. Con este esquema, el
Betis se equilibra un poco más por dentro, mejorando la ocupación de espacios, y redobla su efectividad por fuera, tanto en defensa como en ataque.
Ayer, el calor y la práctica ausencia de objetivos fue un lastre para el partido y afectó un poco a la presión alta que, mientras pudieron, procuraron los heliopolitanos; este achique, potenciado por la defensa adelantada, más la verticalidad de
Kaptoum en la ruptura de líneas y la conexión con
Lo Celso, permitieron a los anfitriones llegar con asiduidad en el primer tiempo al área oscense. Los cambios de orientación, como el de
Guardado a
Junior en el 1-0 u otros para que
Tello atacara la espalda de
Pulido, resultaron claves, aunque cierta relajación y los acostumbrados fallos de marca pusieron en entredicho el resultado al descanso.
En la reanudación, el
Betis lo fiaba demasiado a las transiciones, aunque, al quedarse con diez el oponente, que empató en una acción aislada y polémica, recuperó la fórmula inicial para asediarlo, incluso variando el dibujo para acabar con tres atrás y prácticamente cuatro arriba.