Encandiló a los técnicos del
Real Betis durante el partido de presentación ante la
Fiorentina en la 14/15. En el ex equipo de
Joaquín, que adiestraba
Vincenzo Montella y en el marcó otro futuro integrante de la disciplina verdiblanca, el peruano
Vargas, venía un canterano que se adaptaba a ambos carriles y que asistió ese día. Poco después, la entidad de La Palmera pidió su
cesión y, ya con el ascenso a Primera bajo el brazo, lo compró por
1,5 millones de euros. La carrera de
Cristiano Piccini en Heliópolis, sin embargo, tuvo más grises que claros, siendo traspasado dos campañas después de su adquisición por casi el doble (
2,87 kilos) al
Sporting CP, que le sacó mucho más rédito, tras una gran temporada en tierras lisboetas, ya que el Valencia pagó
8 millones por el lateral derecho.
Ahora, su etapa en la capital del Turia llega a su fin, pese a que el italiano ha superado varias lesiones importantes y, con algún que otro gol relevante, suplido más que dignamente a
Thierry Correia. "Puedo firmar con quien me quiera.
Renovaría con el Valencia. Ése es mi objetivo, pero en el club no tienen las mismas intenciones. Tendré que mirar a mi alrededor, a regañadientes, porque ésta es mi casa y volveré a la ciudad después del fútbol", reconocía el florentino en una entrevista con el periodista de 'Saky Sports'
Gianluca di Marzio, que desvelaba una propuesta del
Estrella Roja para marcharse a serbia ahora en este mes de enero. Con la más que probable venta de
Wass al Atlético de Madrid para suplir a
Trippier, todo hace indicar que agotará su contrato hasta el 30 de junio.
Piccini, además, repasó su trayectoria y no tuvo reparos en confesar dónde lo pasó peor: "La cesión al
Atalanta fue un
error por mi parte.
Gasperini me quería aun sabiendo que llevaba un año parado. Fui a Bérgamo a hacer las pruebas médicas durante dos días, y vieron que tenía
falta de fuerza y unos problemas que todavía no estaban superados, pero decidieron contratarme. La idea era darme un mes de
readaptación antes de entrar con el equipo. Pero firmé el contrato y, al día siguiente, me pusieron a entrenarme con ellos como si nada. Hacía dobles sesiones, porque era pretemporada. A los tres días, se me empezó a hinchar la
rodilla, y ahí comenzaron los discursos: 'Nos hemos
equivocado en ficharte, no estás listo...'. Me hicieron sentir un
inválido y que el problema era yo, cuando ellos sabían perfectamente cómo llegaba. Otros tres días y ya estaba fuera del equipo. Jugué un partido 60 minutos. Estaba cojo... no sé ni cómo pude jugar, pero jugué porque no había otro. Llegó un momento en que ni me entrenaba con ellos, sino que trabajaba con el segundo equipo. Fue una
pesadilla. Necesitaba
ayuda y encontré todo menos ayuda. Parece que querían
hundirme en vez de ayudarme. Pedí volver a Valencia porque estuve cerca de caer en una
depresión"