Visita el Betis a un Valencia imprevisible y cambiante este curso, al menos desde que
Marcelino García Toral fue despedido por desavenencias con el dueño del club y lo sustituyó un
Albert Celades incómodo con la tesitura que ha salvado el marrón a base de bandazos.
De
Champions como local (invicto después de trece comparecencias en Mestalla) y frágil a domicilio (sólo cuatro perdieron más partidos que él fuera), le tocaría, a priori, ser
Jekyll, si bien arriba en un mal momento evidente:
tres derrotas y un empate en sus últimos cuatro duelos oficiales, quedándose casi fuera de la
Champions y fuera de la zona privilegiada en la clasificación liguera. Un objetivo, este último, todavía a tiro, claro está, todo lo contrario que para un Betis eliminado de la
Copa del Rey por el
Rayo Vallecano y a diez puntos del sexto, que podrían ser más de ganar la Real Sociedad su duelo aplazado contra el Eibar hace poco.
Flexible, por utilizar un término positivo, o tambaleante,
Celades ha alternado estos meses el 1-4-4-2 que popularizó
Marcelino (con un doble pivote en el que
Coquelin o
Kondogbia escoltan a
Parejo, más un extremo puro y un interior), con otros sistemas. Su tendencia al 1-4-3-3 por su pasado en las selecciones inferiores españoles choca con el desequilibrio que manifiesta el equipo, lo que ha intentado subsanar a veces con un 1-4-2-3-1.