El mito de la noche madrileña y de cómo la viven los futbolistas ha dado mucho que hablar. Cassano admitió en su día que las fiestas, el sexo, el chocolate... fueron claves para que fracasara en el
Madrid -y se arrepentía de ello- y ahora es
Wesley Sneijder el que confiesa, en una autobiografía que se publica mañana en Holanda, que no fue todo lo profesional que hubiera debido ser en su etapa madridista. Aquello acabaría costándole su matrimonio y salir del equipo blanco tras la llegada de
Florentino Pérez.
"Era joven y me gustaba el éxito y ser el centro de atención. Pero las cosas salieron mal allí. No había drogas, pero sí alcohol. Me acostumbré a vivir como una estrella. Eres adorado como jugador del
Real Madrid e iba por la calle gastando miles de euros y pagando cosas a la gente. No puedo decir que me privara de nada. Me dijeron que no duraría mucho así. Jugué bastante bien, pero dijeron que podría haberlo hecho aún mejor", asegura el internacional holandés.
Sneijder reconoce que tampoco le ayudó su divorcio y que, todo junto, acabó por afectar a su carrera futbolística: "Me quedé solo y vi muy poco al pequeño Jessey. Solo podía estar solo... y no me di cuenta de que la botella de vodka se había convertido en mi mejor amigo. Físicamente yo no me daba cuenta. Al día siguiente me despertaba como si nada hubiera pasado. Seguí jugando, pero cada vez peor y claramente menos concentrado. Me mentía a mí mismo diciendo que todo iba bien y me aferré a mi inteligencia futbolística. Me hundí físicamente. Corría menos, aunque lo escondí mucho con mi técnica. También pensé que nadie lo notaría. Mi actitud era indigna del
Real Madrid".
Sus números en el Madrid, lógicamente, bajaron y tras una primera temporada brillante (38 partidos, 9 goles y 9 asistencias) en la segunda, la 08/09, sólo disputó 28 partidos, anotó dos goles y dio dos asistencias.
Al final, acabaría marchándose al
Inter de Milán, donde con
Mourinho alcanzaría su máximo nivel, ganaría la Champions y pelearía por el
Balón de Oro en un 2010 espectacular, pero siempre le quedará la espinita de triunfar en el Madrid. El holandés sólo pudo cumplir dos de las cinco temporadas que había firmado, un momento que también narra en el libro. "Mijatovic, que era el director deportivo, me informó en Schiphol de cómo se iba a hacer el fichaje. Estaba con mi agente y sacó un papel de su bolsillo. Todavía puedo verlo haciendo ese gesto. Lo abrió y lo vi todo: tres millones por temporada. Contrato de cinco temporadas. En el Ajax ganaba un millón. Bruto. "Lo tomas o lo dejas", me dijo. Lo tomamos, dijimos Soren y al mismo tiempo. El traspaso se cerró en 27 millones de euros", asegura.