Ha sido siempre el
Real Madrid una máquina diseñada para ganar. En raras ocasiones ha existido el debate del estilo, el juego o la filosofía en la casa blanca. Tampoco en la primera etapa de
Zidane, la de las tres Champions. Entonces se tachó al francés de mero 'alineador'. Como mucho se le consideraba un buen gestor de grupos por su forma de lidiar con una plantilla plagada de estrellas y con el siempre caliente ambiente que envuelve al
Bernabéu. Si la cosa se complicaba, ahí estaba la flor.
Así se explicaron sus primeros títulos de blanco. Sin embargo, en esta segunda etapa ya se le empieza a reconocer su faceta como estratega. Y la realidad es que este
Madrid juega mejor de lo que dicen algunos resultados. Se ha encontrado
Zidane con un problema rara vez visto por la capital -Lopetegui vivió lo mismo- que es la falta de pegada. Si antes no necesitaba hacer un buen partido para ganar, ahora se le escapan puntos -especialmente en el Bernabéu- por su falta de remate.
El
4-3-3 con el que empezó hace mucho que es negociable. Desde la lesión de
Hazard es habitual ver al equipo blanco con cuatro centrocampistas y en la
Supercopa su apuesta fue a más utilizando a cinco. No será la forma que use ante el
Sevilla, ya que le falta
Fede Valverde, aunque recupera a Benzema para su ataque. El resultado es un
Madrid más jugón, de posesión. También un equipo más compacto, que muerde en la presión tras pérdida y que tiene su talón de Aquiles en la salida. Si le aprietan arriba, sufre.?