. Más presión añadida para un Málaga que llegaba a Lezama con la noticia de la sustitución de Pellicer en el banquillo del Fuenlabrada y la victoria del Zaragoza. No era tan trascendental, pues de perder la situación hubiese sido límite para el equipo... Y para el entrenador, pero sí vital para dar un golpe en la mesa de la permanencia.
, vestido de héroe una vez más, noqueraon a un Amorebieta que peleó hasta el pitido final. Una victoria que aleja a los blanquiazules a diez puntos de la Real Sociedad B, equipo que marca el descenso a expensas de lo que haga en su compromiso contra el Sporting de Gijón este próximo lunes.
Iniciaba la semana
Natxo González con la misión de buscar y encontrar la mejor solución a la
baja de Escassi. Sin relevo natural en la posición de '6', el técnico vitoriano tenía el plan una vez que
Juande le confirmase su presencia para el partido. Tres centrales y dos carrileros era la apuesta para la disfraza final del Málaga en Lezama. Rojo o negro, cara o cruz. Cambio de sistema para consolidar más si cabe la "fiablidad" del equipo en una defensa formada por Víctor Gómez y
Cufré -sorpresa en el once- en las alas y Juande, Lombán y Peybernes en el trío de zagueros. Era el plan para hacerse fuerte atrás y no conceder ocasiones al rival. La victoria comenzaba por no encajar.
Arrancaba el encuentro el cuadro andaluz concediendo el dominio inicial del balón al Amorebieta. Intenso y activo en los primeros minutos, provocaron el primer
"¡uy!" en las gradas, y la primera amarilla en el césped. La vio Vadillo tras una zancadilla al borde del área. Si bien no sufría el equipo, era a través de
Febas cuando los blanquiazules intentaban prosperar y avanzar en ataque. Había mucho en juego en el terreno de juego. Más que tres puntos. De ahí el miedo a fallar por parte de dos equipos que no querían exponerse en ataque. Y es en este tipo de partidos donde cobra más importancia que nunca el balón parado.
Lo sabía Natxo González, al que le salió una acción ensayada a las mil maravillas. En un falta lateral en tres cuartos de campo, Jozabed, que parecía que iba a colgar el esférico al corazón del área, decidió filtrar un pase lleno de intenciones a la espalda de la defensa.
Brandon Thomas, receptor del pase y el más listo de la clase, se anticipó con el cuerpo a su defensor, el cual le pisó el tobillo provocando el penalti favorable al Málaga. Después de ser ratificado por Moreno Aragón desde el
VAR, el pichichi de los boquerones hizo lo propio y anotó su séptima diana de la temporada tras engañar a Santamaría. Era el minuto 30' y ya había dado el primer golpe en la mesa de la permanencia. Afectado por el gol recibido, con más corazón que juego buscaban los locales empatar el encuentro antes de llegar el descanso. Sin embargo, sus intentonas no fructificaron para alegría de los blanquiazules, que se marchaba al descanso con el botín de los tres puntos en el bolsillo.
0-1.
Tenía que ganar el Amorebieta para seguir en la lucha de la salvación. Fue momento para que Íñigo Vélez introdujese a Mikel San José y Orozko. Más altura y poderío aéreo para la segunda mitad. Mientras, la misión del Málaga pasaba por jugar con la presión añadida del rival y aprovechar la más mínima ocasión de peligro. Dicho y hecho. A los siete minutos, Álvaro Vadillo, al igual que la jornada anterior, puso un centro teledirigido a la cabeza de Juande, que peinó cruzado para superar a Santamaría. Segunda diana del Málaga en el partido, y del central cordobés en la presente temporada. Con coraje y rabia, junto a los jugadores que calentaban en la banda, celebró el equipo un gol que valía, prácticamente, tres puntos.
Más tenía que remar el Amorebieta si ya de por si lo hacía a contracorriente. Nervioso e impreciso con balón, incluso con la propia ansiedad típica del que necesita obtener la victoria, los vizcaínos no eran capaces de imponerse a la sólida defensa de cinco que tan buen provecho le sacó Natxo González, que sonreía consciente de lo cerca que tenía su primera victoria desde que dirige al cuadro de Martiricos.
Peybernes por obligación,
Vadillo y Chavarría fueron las primeras sustituciones del Málaga. En sus respectivos puestos entraron Ismael Casas, Roberto y Paulino, minuto 66.
Dio un paso atrás el bloque de Natxo González. Lo hizo con la intención de ver qué proponía el enemigo, con enormes dificultades en la circulación y salida del esférico. Cómodo y sin excesivos sobresaltos, los blanquiazules, hoy de naranja, solventaron el empuje obligado del Amorebieta. Esta vez sí, la defensa completaba un partido más que notable en general. Gran culpa del crecimiento pasa por Juande Rivas, que sin estar en plenas condiciones físicas, fue pieza fundamental para obtener una victoria que es un bálsamo de oxígeno para un vestuario ansiado por cortar una larga racha de malos resultados. Aun así, los fantasmas de Okazaki y su chilena en el 95' para frustrar el triunfo aparecieron como por arte de magia.
En un balón colgado sin aparente peligro, Orozko conectó un buen remate para reducir diferencias en el marcador y complicar la vida al Málaga en los minutos finales de partido. Al final, y por suerte, pudieron resistir hasta el pitido final en el 97' el asedio local. Desde principios de enero no conseguía los tres puntos el cuadro boquerón. Fue frente al Alcorcón y a domicilio hace justo dos meses. Mucho tiempo para un vestuario que, ahora sí, se libera de todo el nerviosismo que rodeaba a la plantilla.