José Alberto López no se encuentra cómodo delante de los micrófonos. Se le nota. Aunque dé titulares, que los ha dado.
Ha llegado a ser entrenador profesional a base de mucho esfuerzo, dedicación y estudios, pero le falta carácter mediático. Ese halo con el que otros entrenadores con peor currículum como técnicos, pero con mayor bagaje como futbolistas, les hace ser más queridos ante los aficionados y tener margen para demostrar sus condiciones. Eso es innegable.
El asturiano lo ha reconocido y no ha dudado en autodefinirse como
"feo, calvo y gordo" aunque añadiendo que
"eso no tiene nada que ver con lo que sé de fútbol". Un hecho que no está pudiendo demostrar en el
Málaga CF. Si bien el equipo está a 8 puntos del descenso, también se encuentra ahora a 7 de los playoffs. Una zona indefinida que no se corresponde con el esfuerzo inversor de esta campaña en la que, hay que recordar,
dispone de cuatro veces más salario Liga de la que dispuso Pellicer en la campaña anterior.
Ese es su primer 'delito', el
no sacar provecho de una, en teoría, mejor plantilla. Otro de ellos es el de no tener justificación para ciertos cambios que no están saliendo nada bien. El de la portería es uno de ellos.
Su empecinamiento en Dani Martín en detrimento de Dani Barrio, que se fue al banco por un único error en la cuarta jornada ante el Almería, está siendo muy perjudicial para él y, lo que es peor, para el propio meta titular, un manojo de nervios en cada partido.
No era su intención, pero
defender la incorporación de Víctor Gómez dándole un palo gratuito a Ismael Casas no sentó nada bien a este, obviamente, a la afición ni tampoco a la dirección deportiva, pues es su ojito derecho. Que luego, cuando no quede más remedio, lo utilice como central, el equipo no reciba goles y a la jornada siguiente vuelva a la suplencia, muestra su
poca destreza en la gestión del vestuario.Un vestuario que ya se ha rebelado en más de una ocasión.
Jairo fue el primero en discutir su suplencia y Antoñín ha sido el último. El primero se calmó tras ganarse en Copa su continuidad en Liga, si bien su nivel ha vuelto a bajar y la llegada de Vadillo le ha llevado al olvido. El malagueño no ha tenido tanta paciencia y ha pedido salir en este mismo mercado.
Después, pulsando la opinión de ex técnicos y ex jugadores del entorno del Málaga, la mayoría coincide en señalar
su lentitud a la hora de hacer cambios cuando las cosas no funcionan. O empeñarse en seguir con un dibujo táctico contra viento y marea. Esa falta de adaptación al contexto de los partidos tampoco se entiende.
Y por último está la bajada de brazos de los jugadores.
Ni estar 0-2 por detrás ante el Ibiza, o ante quien sea, justifica esa falta de tensión y de orgullo. El problema es que, como él mismo reconoció tras el encuentro, no es la primera vez que se produce. Señal de que
hay quienes no creen en la idea futbolística del entrenador.Pecados que, sin ser capitales, han ido añadiéndose a un vaso que empieza a rebosar y que puede terminar desbordado si no llegan ese par de resultados que cambiarían la negativa tendencia del conjunto blanquiazul.
Mirandés y Zaragoza podrían ser últimos duelos como entrenador del Málaga.