La espada de Damocles pende sobre la cabeza de
José Alberto López. La manita del Ibiza ha hecho mucho daño y su continuidad está más en entredicho que nunca.
La parroquia malaguista ya mostró públicamente su descontento con él antes del parón navideño y ni siquiera la primera victoria a domicilio, en
Alcorcón, sirvió para apaciguar los ánimos.
El empate ante el
Sporting y la goleada encajada ante los de
Paco Jémez han vuelto a poner en el disparadero al entrenador asturiano. Con una salvedad. Antes pedían a gritos su dimisión.
En el último encuentro se miró al palco y se pidió directamente al director deportivo su destitución.Esta no es sencilla. Primero, porque es una apuesta personal de
Manolo Gaspar. Su buen hacer ante el
Mirandés, precisamente el próximo rival del Málaga, le convenció para apostar por José Alberto para dos temporadas.
Echarle sería reconocer un grave error. Segundo, porque aunque su salario no es muy elevado, su salida obligaría a pagarle una indemnización.
Un dinero que está reservado para un delantero goleador. El despido significaría comprometer esa incorporación.
Así las cosas,
esta semana será clave. Le beneficia a José Alberto López jugar los dos próximos partidos fuera de casa, el citado del Mirandés y luego la visita a
La Romareda. Otro plebiscito en La Rosaleda hubiera sido definitivo para él. De ahí que todo haga indicar que su proyecto pasa por esos dos encuentros.
Un descalabrado este domingo significaría su adiós. En Zaragoza, si llega, se enfrentará a la misma situación.
Mientras tanto, el cuerpo técnico, intentando evadirse de todo esto, ya ha comenzado su preparación y no tendrá ningún día de descanso antes del choque del domingo en Anduva. El lugar donde triunfó José Alberto y donde puede decir adiós a su proyecto en el Málaga.