Llegó como el hijo pródigo que nunca quiso irse pero se vio obligado a hacerlo
para salvar al club de la ruina. Recién ascendido al primer equipo se dejó cosas por hacer al fichar por el
Granada en un mercado invernal. De ahí que en cuanto surgió la opción de regresar a casa,
Antoñín no lo dudase ni un instante. En
Málaga, como en ningún sitio.
Las cosas, sin embargo, no le han ido nada bien.
Sus ganas de agradar, de devolver sobre el terreno de juego el cariño de los seguidores, le jugaron una mala pasada. No era Antoñín. Quería hacer demasiadas cosas en cada acción que tenía la bola en los pies. Y así fue perdiendo la confianza del entrenador y la suya propia.
La llegada de Vadillo, la recuperación de su amigo Kevin, la readaptación de Brandon a la banda y el rendimiento de Paulino le cierran el paso en un Málaga donde los minutos en la mediapunta van a estar muy caros. Y ello sin contar a
Hicham, si es que se recupera definitivamente, y
Jairo, si es que no termina marchándose también en enero.
Por todo ello, lo que parecía una quimera,
la salida de Antoñín en este mercado, es algo que está muy cerca de producirse. Lo sabe él y lo saben otros equipos que ya han preguntado por su situación tanto a su entorno como al Granada, que es el poseedor de sus derechos federativos. Si el Málaga está de acuerdo, y parece que está por la labor,
el camino de Antoñín se dirige fuera de La Rosaleda antes de que acabe el mes de enero.
Aunque todo dependerá también de cómo vaya evolucionando el mercado. No es cuestión de debilitar la plantilla. Para que Antoñín se marche,
el director deportivo tiene que tener algo más que encaminado para suplirle. Aseguró
Manolo Gaspar que no busca un delantero, pero puede jugar al despiste visto lo visto.
César Suárez2 min lectura