El próximo encuentro del
Málaga tiene su morbo. Primero, en el plano deportivo, para ver si
el mejor equipo en casa de Europa es capaz de finalizar la racha que le ha llevado a ser el peor de Segunda división como visitante. Y segundo, porque en el plano sentimental, habrá un enfrentamiento familiar el sábado en
El Plantío. El entrenador del
Burgos es
Julián Calero, padre del futbolista del Málaga
Iván Calero.
Julián también jugó al fútbol, aunque ha destacado mucho más como técnico. Comenzó su etapa en los banquillos en el Parla, pero su nombre sonó fuerte en el
Rayo Vallecano como segundo de
Míchel. Luego, también ejercería ese mismo rol de ayudante con
Luis Milla en el
Al-Jazira y de
Julen Lopetegui en el
Oporto. Tras salida del actual responsable del
Sevilla, Calero se unió a
Fernando Hierro como ayudante tanto en el
Real Oviedo como en la selección española que disputó el convulso Mundial de Rusia. Entre medias, se hizo cargo del
Navalcarnero y posteriormente del
Rayo Majadahonda, su último trabajo antes de liderar el proyecto del Burgos.
Y desde ahí, como primer entrenador burgalés, se enfrentará a su hijo. Un Iván que no está gozando de demasiadas oportunidades en el Málaga después de haber superado la grave lesión de rodilla que se produjo hace ahora casi un año.
Aunque volvió a saborear las mieles de la titularidad en la penúltima jornada, ante el Tenerife, y mostró un buen nivel, su presencia llegó por la ausencia de Víctor Gómez. Ya con el internacional sub21 de vuelta, el lateral madrileño regresó al banquillo. Y desde ahí, salvo sorpresa, iniciará el encuentro ante el equipo de su padre.
Morbo garantizado durante los 90 minutos en los que desaparecerá la familiaridad paterno-filial.
Será la primera vez que ocurra este duelo en categoría profesional, si bien ya se enfrentaron en dos ocasiones con anterioridad. La primera, en juveniles, cuando Iván jugaba en el
Atlético de Madrid y Julián entrenaba a chavales del
Casarrubuelos; la segunda, en otro derbi entre el
Atlético C y el
Alcorcón B.
En casa, durante estos días, seguro que reina el buen rollo y los piques. Aunque todos saben, más el padre, que por ahí tira un poco más la victoria del hijo que la suya propia. Habrá que ver quién sonríe más y mejor al término del partido de este sábado.