A finales del mes de noviembre, justo tras perder contra el Real Madrid en Los Cármenes,
Robert Moreno se decantó definitivamente por sacrificar a un centrocampista y situar a dos jugadores de referencia en ataque. Ya había coqueteado en encuentros anteriores con el 1-4-4-2, pero no fue hasta entonces cuando lo asumió como el esquema predeterminado de su Granada. Once encuentros, entre Liga y Copa del Rey, afrontó posteriormente con sus hombres en esta disposición, que coincidieron con el mejor momento del conjunto rojiblanco. en el curso. Antes del más reciente parón liguero, también con una regresión a la peor versión mostrada por el equipo, al comienzo de esta campaña.
Este domingo, previa prueba ante Osasuna cuando la cosa se torcía, el técnico cambió de táctica. En el Bernabéu recuperó la media punta, para dibujar un 1-4-2-3-1 con el que recuperó sensaciones, pero no resultados.Los movimientos del club en el mercado invernal ya dejaron entrever las intenciones del preparador granadinista. Antes de la apertura del bazar, la plantilla contaba con cuatro hombres de banda; después, y ya sin Machís, son seis. Alguno debió de convencer a Robert Moreno en una posición más centrada. Contra el Real Madrid, como tras el reajuste que realizó el catalán ante Osasuna,
fue Álex Collado el que ocupó la plaza de enganche, flanqueado por Antonio Puertas y Myrto Uzuni. No fue el mejor contexto para evaluar la incidencia de esta modificación, pues el equipo pasó buena parte del encuentro replegado. Sin embargo, sí que lucieron por momentos las implicaciones de este sistema.
Con el balón en posesión rival, Collado da un paso al frente para unirse a Luis Suárez en el agobio en la salida. No obstante, también es él quien se descuelga una vez que el esférico rebasa la primera línea de presión. Se acerca, entonces, a la línea de centrocampistas para superpoblar el carril central. Cuando la pelota es rojiblanca, ejerce de bisagra,
con libertad para caer allí donde se necesita un apoyo. Si se deja ver por el costado izquierdo, es para girar el juego progresivamente al contrario y viceversa. Y si es un compañero el que emprende la carrera en banda, deja que sea el punta el que busque una posición óptima para el remate mientras él rompe en dirección opuesta, para respaldar desde el balcón del área.
Estas bases, con un futbolista del corte de Collado, al que le gusta el contacto con el esférico, y sin un delantero que acomode envíos en largo,
invitan a elevar el tiempo de posesión del balón. Serán las próximas jornadas las que muestren si este es el viraje que desea efectuar Robert Moreno. En el Bernabéu, el sistema contuvo bien al Real Madrid durante el primer tiempo. El conjunto blanco no encontró fluidez, pese a tener el balón, y sufrió en las transiciones rojiblancas en ataque. Sin embargo, los de Ancelotti terminaron por atosigar al Granada tras el intermedio, hasta casi anularlo en faceta ofensiva y bombardear continuamente a Luís Maximiano, si bien solamente pudieron encontrar el gol con un disparo lejano. El tanto llegó justo cuando el técnico catalán decidió reemplazar a Collado por un centrocampista puro como Njegos Petrovic.
Fueron apenas diez los minutos en los que el Granada jugó con tres centrocampistas, en una disposición de 1-4-3-3. El marcador en contra y los pocos minutos que restaban de choque llevaron al césped a Matías Arezo y Rubén Rochina,
de forma que el conjunto rojiblanco volvió a situarse en 1-4-4-2. Ninguno de ambos esquemas tuvo incidencia real sobre el juego, ya decantado en favor del Real Madrid.
Queda por ver si este cambio táctico en los planes de Robert Moreno fue eventual, únicamente para afrontar la visita al Bernabéu, o es la idea que pretende implementar en su equipo de cara a lo que resta de curso.
Las sensaciones y el cupo de recambios la respaldan, pero todavía no los marcadores. El encuentro de este domingo, en el Reale Arena, arrojará algo más de luz sobre las intenciones del técnico rojiblanco.