Madrid, 4 feb (EFE).- Cada vez que Egipto se disponía a lanzar un penalti, su portero, Mohamed Abou Gabal "Gabaski", esperaba su turno con una rodilla apoyada en el suelo y la mirada fijada en el césped. Parecía concentrado, inmerso en una especie de rezo para pedir que sus compañeros no fallaran sus lanzamientos. Nada más lejos de la realidad. Gabaski, en verdad, estudiaba el contenido de una botella.
Esa fue la clave que dio el pase a la final de la Copa África a Egipto. Su guardameta, héroe de su país tras parar dos lanzamientos a Harold Moukoudi y a James Lea Siliki, tenía una chuleta adherida a una botella de agua que analizaba antes de cada intento rival. Y la jugada le salió redonda. Egipto no falló ningún lanzamiento, Camerún tres y su selección se clasificó para la final.
Después del choque, en las fotografías, era posible ver unos papeles colgados en la botella de Gabaski, que, en parte, imitó al guardameta alemán Jens Lehmann en el Mundial de 2006. Y es que, Gabaski no es el primero en utilizar este método. Lehman, hace década y media, se valió de un sistema parecido en los cuartos de final que disputó frente a Argentina. Su preparador de porteros, Andreas Köpke, le dio un papel garabateado con los apuntes de los tiradores argentinos.
En aquella ocasión, el guardameta germano no pegó el papel a la botella de agua como hizo Gabaski. Los guardó cerca de la portería y antes de cada penalti, con sus grandes manos, lo agarraba para estudiar el lugar del disparo de cada argentino. Así, detuvo los lanzamientos de Esteban Cambiasso y de Roberto Ayala para llevar a Alemania a las semifinales.
Gabaski, en su caso, contó con la ayuda de su preparador de porteros, Sam El Hadary, su Köpke particular. El Hadary fue quien le escribió el lugar al que lanzaban los penaltis habitualmente los cinco elegidos por Camerún. Su pupilo respondió con éxito a sus instrucciones y después del partido, el portero egipcio se encomendó a conseguir un buen resultado en la final.
"Agradezco la victoria a los hinchas egipcios, al cuerpo técnico y a los jugadores. Tenemos un objetivo y paso a paso lo vamos alcanzando. Hoy hemos dado un gran paso y ahora falta el más difícil del torneo. Si Dios quiere, la final será diferente", afirmó.
¿Pero quién es Gabaski? Hasta hace no mucho era un portero desconocido a nivel internacional. Ahora, su foto aparece en muchos medios de comunicación de todo el planeta pero, hasta octavos, era el portero suplente de Egipto. El puesto en el once de Carlos Queiroz lo ocupaba Mohamed El Shenawy, que se lesionó durante el encuentro frente a Costa de Marfil y dio una oportunidad a Gabaski que no desaprovechó.
En aquel duelo, fue el héroe por accidente de su selección. Y es que, durante el tiempo que estuvo sobre el terreno de juego, fue clave como lo fue frente a Camerún. En la prórroga, hizo una parada espectacular a Ibrahim Sangaré y después, en la tanda de penalti, adivinó el disparo de Eric Bailly.
Después, frente a Marruecos en cuartos de final, Gabaski volvió a completar una gran actuación y Queiroz respiró tranquilo. Su portero suplente era fiable, como luego demostró de nuevo en las semifinales. Y es que, a sus 33 años, Gabaski, hasta la Copa África, apenas había sido internacional en dos ocasiones.
Ahora, ya suma cinco encuentros en las filas de Egipto y este curso ha pasado de ser una pesadilla a ser un sueño. Gabaski no tenía continuidad en su club, el Zamalek, en el que había disputado seis encuentros y en los últimos cuatro había perdido la titularidad en favor de su compañero Mohamed Hussein Awad.
Pero ahora, cuando regrese a su país, con el título bajo el brazo o sin él, seguro que será complicado negarle la titularidad. De momento, salvo que Mohamed Salah aparezca en la final frente a Senegal y sea clave para Egipto, el nombre de Gabaski es el que suena bien alto por el país africano. Y, parte de culpa, la tiene una "botella mágica" que encumbró a un portero antes desconocido en el planeta fútbol.
Juan José Lahuerta