Cuatro años han pasado ya desde que
Samir Nasri fuera presentado en el césped del
Ramón Sánchez-Pizjuán como la gran apuesta de Monchi en el mercado estival de
2016. El jugador francés dejó un gran sabor de boca en sus primeros meses en Nervión, pero una segunda vuelta en la que se fue diluyendo, con aquella expulsión en Leicester que los sevillistas jamás olvidarán incluida, terminó de esfumar las posibilidades de que su aventura en el
Sevilla se prolongara.
Tras concluir su breve paso por Nervión comenzó el declive definitivo de un jugador que apuntaba muy alto en sus inicios pero que finalmente terminó destacando más por sus 'líos' extradeportivos que por sus méritos en el campo.
Nasri siempre ha ido sobrado de calidad, pero la disciplina, simplemente, no le va.
Después de otras dos cesiones poco productivas en
Antalyaspor y West Ham, y
después de estar un año sancionando por violar normas antidoping, Nasri llegó al
Anderlecht el pasado verano para intentar volver a disfrutar del fútbol, pero parece que su aventura en Bélgica tampoco está siendo demasiado provechosa.
Y es que ahora, según informan medios belgas, Nasri se encuentra en paradero desconocido. El futbolista francés se marchó a
Dubai en plena cuarentena y desde entonces, ni se ha vuelto a comunicar con el club, ni el club ha podido contactar con él. El cuerpo técnico del Anderlecht exigió a los jugadores que fueran informado todas las semanas sobre el plan específico de entrenamiento que se les impuso, y Nasri ha sido el único que aún no ha informado sobre su estado.
Nasri tiene contrato con el Anderlecht hasta
junio de este mismo año, pero el difícil momento en el que se encuentra el mundo del fútbol debido a la crisis del coronavirus podría hacer que su paso por Bélgica se alargara un poco más de la cuenta, aunque habría que saber si el propio club, tras lo sucedido, estará dispuesto a mantenerle entre sus filas.