El Espai Barça de remodelación del entorno del Camp Nou, avalado mediante un referéndum por los socios del FC Barcelona en la primavera de 2014 y que ha ido salvando obstáculos desde entonces, se encuentra con un enemigo inesperado: una pandemia que pone en entredicho la financiación del mismo.
El "nuevo Camp Nou" tenía que ver la luz en el verano de 2021, pero será imposible que sea así, porque las obras en el interior del estadio debían iniciarse este verano, aprovechando que LaLiga finalizaba antes por la disputa de la Eurocopa, pero ahora todo está en el aire.
Este es el tercer proyecto para remodelar el Camp Nou, un estadio construido en 1957 y que ha sido reformado en dos ocasiones, en 1982 para ampliarlo por el Mundial, en 1994 para suprimir las localidades de pie. Josep Lluís Núñez fue el primero en plantear una remodelación del estadio, pero su plan 'Barça 2000' se vino abajo por la oposición vecinal.
Joan Laporta también planteó una remodelación. Incluso se presentó una maqueta para un estadio que tenía que construir Norman Foster y estaba presupuestado en 250 millones de euros. El proyecto fue descartado cuando Sandro Rosell llegó a la presidencia.
Sandro Rosell descartó el proyecto Foster, pero vio la imperiosa necesidad de disponer de una nueva instalación para aumentar los ingresos de la entidad. Cuando Rosell dimitió, el proyectó lo hizo suyo el actual presidente, Josep Maria Bartomeu.
El 5 de abril de 2014, el 72% de los socios avalaron el proyecto. El club cifró el proyecto en 600 millones con una financiación triple: 200 cubiertos por la marca comercial que pondría su apellido al Camp Nou, 200 procedentes de créditos financieros y 200 por ingresos adicionales de la nueva instalación. Inicialmente en 2017 se daría el pistoletazo inicial.
Pero todo se fue retrasando por la falta de permisos para la aprobación de los proyectos de urbanización y reparcelación por parte del ayuntamiento de Barcelona, así como por la aprobación definitiva de la Modificación del Plan General Metropolitana (MPGM) por parte de la Generalitat.
El Estadio Johan Cruyff, donde juegan sus partidos el equipo filial y el femenino, fue la primera obra del proyecto en concretarse. Fue inaugurado en agosto de 2019. Dos meses después empezó a demolerse el MiniEstadi para liberar espacio donde construir el nuevo Palau Blaugrana.
Tras variar las condiciones económicas del proyecto (de los 600 millones presupuestados en 2014 hasta los más de 800 de la actualidad), la directiva de Bartomeu está decidida a someter los cambios a los socios mediante un referéndum. El problema son las fechas. El tiempo se echa encima.
El verano pasado Goldman Sachs, un banco estadounidense, ofreció financiar el proyecto mediante un contrato de explotación sobre parte de los beneficios durante los próximos 25 años. Un fondo de inversión se haría cargo del proyecto, más los intereses (800 millones con intereses) pero con la situación actual, se desconoce si mantendrá sus condiciones.
En el ejercicio con un presupuesto más elevado (1.047 millones de euros), el Barça sabe que no lo podrá cubrir a causa de falta de ingresos de diferentes partidas (ticketing, tiendas, Museo) y necesita rebajar su partida de gastos. La principal es la de salarios de futbolistas del primer equipo (552 millones, más de la mitad del total). Por lo que ha pedido una rebaja de salario a sus futbolistas y plantea un ERTE a sus ejecutivos y trabajadores.
En el calendario de ejecución de obras, este verano era fundamental. Había que aprovechar que el estadio estaba liberado porque el campeonato acababa antes por la Eurocopa, para empezar a trabajar en su interior. Pero eso no será posible porque queda pendiente la celebración del referéndum y conocer si Goldman Sachs mantiene su oferta.
Como muy pronto las obras se iniciarán el próximo año, justo cuando acaba el mandato del actual presidente.