Jon Rahm cumple este sábado 24 años. El joven golfista vizcaíno es uno de los diez mejores del mundo. Está en el mejor momento de su vida. Vive en Arizona. Sus raíces están en Barrika (Vizcaya). No olvida su casa ni un segundo. Defiende con pasión su deporte, el golf. Un deporte al alcance de todo el mundo. Cansado de oír que es un tiempo de ocio para ricos. Anda pendiente siempre de su Athletic de Bilbao. El Athletic es su orgullo. Vive con su prometida, Kelley, su gran apoyo. En las buenas y en las malas. Jon adora a sus padres. De niño, su aita y su ama le hicieron amar el golf. De su fulgurante carrera y del otro Rahm, lejos del green, nos habla Jon en una amplia y exclusiva entrevista con la Agencia EFE, mientras compartía una cena con platos típicos españoles.
- ¿Cómo empezó su pasión por el golf?
Empecé con siete años. De niño, aita y ama (mis padres) me recogían en la ikastola y ellos iban a dar clase de golf. Tengo recuerdos de verles a ellos dar bolas mientras me comía la merienda. Como niño inquieto, que hacía todo tipo de deportes, intenté darle y así fue como empecé.
El golf me gustó desde el principio. Es un poco frustrante, porque cuando eres pequeño es fácil chutar, lanzar un balón de baloncesto o darle fuerte a la pala. El golf es complicado, requiere tiempo. No es que yo fuera alguien al que había que obligar o empujar.
Más que sobre el golf, mi aita me dio una lección de vida: si te empeñas y metes horas e interés serás bueno en cualquier cosa que hagas. Siempre he puesto mucho empeño y desde muy pequeño he querido ser el mejor golfista del mundo. La lección era que si trabajas duro te irá bien.
- Con esta vida en aviones y entre países. ¿Dónde echa las raíces?
Soy de sangre y de siempre vasco. De Barrika de toda la vida y es algo que no se me va a olvidar nunca. El acento me cambiará, pero el Athletic sigue siendo muy importante, la Amachu de Begoña todavía más y la familia todavía más. Veo diferentes costumbres y cada vez me gustan más las costumbres y los valores con los que nací.
Llevo mucho tiempo en Arizona, son seis años y es inevitable cambiar un poco, me siento más vasco que americano. Sé cómo vivir en Estados Unidos, sé cómo vivir en casa en Bilbao. Podría ir a cualquier país del mundo ahora mismo y adaptarme rápidamente.
- ¿Cómo se pasa de una pequeña ikastola a una enorme universidad y el ajetreo de Estados Unidos?
Es verdad que la perspectiva de aquí es muy diferente. Cuando yo me gradué de secundaria éramos cuarenta. Llego a Arizona State y me encuentro con 80.000 estudiantes. Mi primera clase parecía una sala de cine, pantallas, micrófonos y yo buscando la pizarra. Era el único sin portátil y con mi lapicero con sacapuntas y goma, me sentía que venía de Atapuerca.
Pero siempre he sido una persona que se adapta muy bien a cualquier deporte y a cualquier situación. Fue un cambio grande, venía de la Barrika a Arizona.
- ¿Y cómo ha sido la adaptación a la intensidad del golf profesional?
Por poner un ejemplo, este sábado el día de mi cumpleaños, vuelo a Dubái y tardo dos días en llegar. El lunes tengo que hacer algo con los sponsors, luego entrenar, jugar. Dedicas siete u ocho horas durante nueve días en las que solo tengo dos o tres horas al día para estar tumbado, ver la tele y dormir.
Juego 25 torneos en un año, pasando todos los cortes son 100 días de golf competitivo al año, más dos días de entrenamiento esas semanas, más los días de viaje, más el entrenamiento en casa, al final te quedan apenas cuatro semanas libres.
- ¿Cuál es la clave para aguantar ese ritmo y la soledad que conlleva?
Jack Nicklaus dijo una vez que hay que llevar una vida muy egoísta para ser un gran golfista. Para eso hace falta una gran compañera que lo entienda, porque al final todas las decisiones que tomas están relacionadas con el mundo del golf.
Kelley (Cahill, su prometida) ha sido un gran apoyo desde que empezamos a salir. Me ha ayudado con la dieta. Le gusta cuidar a la gente y no me deja comer costillas, hamburguesas y patatas fritas.
Lo mejor que pudo pasar es que estuviera con ella cuando llegué al PGA Tour. Es mi mejor amiga y no nos cansamos de cada uno. Cuando juego muy bien, me ayuda a olvidarme del tema, cuando juego muy mal, también me ayuda a olvidarme del tema.
- En el golf también hay una pareja o asistente profesional. ¿Qué es un caddie para usted?
Empecé con Adam (Hayes) en 2016. No le veo como mi subordinado, es mi compañero de equipo. Adam es el capitán, yo digamos que soy el delantero que mete goles. Al final tienen el trabajo más duro. Debe sentir una impotencia increíble cuando ve que no consigo jugar bien.
- Otra cosa que diferencia al golf de otros deportes es que se cuenta todo, especialmente el dinero que ganan los jugadores. ¿Cuánto le importa el dinero?
Nunca he jugado al golf por dinero. Evidentemente ayuda para tener el estilo de vida que tengo y ayudar a los más cercanos.
Juego por amor al deporte y por amor al proceso, como competidor no hay mayor satisfacción que dedicar las horas de entrenamiento y que esa semana todo salga bien y ganes. Es tan divertido trabajar en algo que es tan difícil y hacerlo bien. Y eso que nosotros perdemos mucho más que ganamos, a diferencia de otros deportes.
Al final hay mucho gasto, la gente que está en equipos en otros deportes no tiene que pagar por nada, pero también es increíble que cada semana compitamos por un millón y pico de dólares.
- Entonces, ¿qué situaciones y qué recuerdos valora más de su carrera?
Para mí uno de los mejores cosas es que cada vez que he ganado mi aita ha estado ahí o cerca. Aita ha sido una gran parte de mi vida como golfista. Nunca se me van a olvidar esos momentos de dedicación entre padre e hijo.
Más recientemente, tengo muy buenas memorias con Kelley, como cuando ganaba en la universidad o mi primer torneo como profesional.
- En la otra cara de la moneda, ¿algún mal recuerdo?
El US Open de Erin Hills (2017) es un mal recuerdo por mi comportamiento. Fue una semana dura.
Tengo recuerdos anteriores relacionados con mi temperamento, como cuando me enviaron castigado a Murcia el día de mi cumpleaños a rastrillar búnkeres y recoger bolas en un torneo de golf adaptado. Al final es una de las mejores memorias que tengo en mi vida, me dio mucha perspectiva y respeto hacia la humanidad.
- ¿Cómo maneja ahora ese temperamento?
No hay golfista con más pasión que yo. Más amor y pasión por este deporte y ganas de hacerlo bien no tiene nadie. El sentir la adrenalina, la frustración, las alegrías me divierte. Mis experiencias negativas son muy intensas, pero igual de intensas son las positivas.
Después de ganar el Open de España entre tanto público no pude dormir de la alegría y el amor que sentí en ese momento.
¿En qué deporte no hay gente que se enfade y que se alegre? El golf es el único deporte en el que no se le llama pasión. Un futbolista que se enfada tiene mucha pasión, un jugador de béisbol que rompe el bate es muy apasionado? En el golf la pasión es un problema.
- ¿Fuera del campo de golf también le sale el temperamento?
Soy una persona muy tranquila y muy simple. Estoy todo el día sonriendo. Me encanta estar aprendiendo siempre diferentes cosas. Mi cabeza no para y tengo que hacer algo para estar cansado y dormir.
Estoy muy cómodo con quien soy. Intento ser lo más generoso posible, buena persona y amable. Tengo una vida muy muy feliz y estoy muy agradecido por poder llevar esta vida.
- ¿Cómo se traslada esa personalidad al campo de golf?
Yo juego contra mí mismo. Incluso en el partido de esta Ryder Cup con Tiger Woods, tenía una batalla interna conmigo mismo.
El día que puedas jugar sin mirar a los demás, es el día en el que ganas. No odio a nadie y no tengo rivalidad con nadie, aunque tampoco llego al tee de salida diciendo que ojalá me ganes.
- Ha tenido ocasión de compartir equipo y medirse con otros españoles. ¿Cómo ve el golf español profesional en este momento?
Potente. Gracias a Dios tenemos a Sergio (García) ganando torneos cada año siendo ganador de un Grande, Rafa Cabrera Bello jugando muy bien después de ganar el Open de Escocia el año pasado, yo jugando como estoy jugando. El año pasado España tuvo diez victorias en el golf masculino, hay un gran grupo de gente, y ojalá yo pueda inspirar a todos esos chavales que están jugando ahora.
- Y siendo tan potente. ¿Por qué no hay más afición por el golf? ¿Qué habría que cambiar?
Tenemos un problema en España que es el fútbol. El 90 por ciento de las noticias deportivas se centran el fútbol. Al final todo el mundo quiere saber lo que hacen Messi y Ronaldo y hay que asumirlo.
Hace falta un pequeño empujón y que pierda esa etiqueta de deporte de pijos. En la cancha de prácticas de Eduardo Celles (su entrenador en Bilbao) se pagan dos euros por entrar y 18 euros por una clase. ¿Cuánto cuesta el pádel, el esquí, las botas de fútbol, los guantes, los balones?
Es verdad que con el golf hace falta dedicación y es algo que no todo el mundo se atreve a hacer.
- ¿Qué le diría a los niños y a los adultos para animarles a probar el golf?
Lo primero es que prueben todos los deportes que puedan y no se queden solo con el fútbol. Va a hacer que sean mejores atletas y mejores personas.
El golf es el único deporte en el que tu mejora golfística y tu mejora personal van unidas. Además incluye muchos valores muy importantes, la disciplina, la integridad, a honestidad, muy importantes para la vida real.
Si te preparas bien físicamente, sin convertirte en un croissant, puedes jugar este deporte todo el tiempo de tu vida que quieras.
- ¿Y hacia dónde va la vida golfística de Jon Rahm?
Empezando por 2019, espero que sea un poco mejor que el año pasado. He aprendido mucho sobre mi mismo como persona y como jugador. Ahora a ver si puedo darme alguna opción de ganar un Grande.