Treinta y cuatro años después de la victoria de su padre, Adrie, en el Tour de Flandes, el holandés Mathieu van der Poel se alzó con la victoria, mano a mano con el belga Wout Van Aert, en la 104 edición de la clásica belga, el último monumento de una temporada ciclista marcada por la pandemia.
Los dos grandes favoritos, ambos tricampeones mundiales de ciclocross, recorrieron juntos los últimos 35 kilómetros, una vez que el campeón mundial, el belga Julien Alaphilippe, sufrió una caída cuando formaba con ellos un trío de lujo en cabeza.
Van der Poel batió por centímetros a su compañero de fuga, y el noruego Alexander Kristoff (UAE), el más rápido del grupo perseguidor, se hizo con la tercera plaza.
En la salida, sin público por precauciones sanitarias en Amberes, faltaban clásicos como Philippe Gilbert y Greg Van Avermaet (lesionados), Peter Sagan (en el Giro) o el campeón del Tour, Tadej Pogaçar, que ya puso fin a su temporada, pero estaban el campeón de 2019, Alberto Bettiol, el campeón del mundo, Julian Alaphilippe, debutante en la gran clásica belga, y los dos reyes del ciclocross, Mahieu Van der Poel (Alpecin-Fenix) y Wout Van Aert (Jumbo-Visma).
La nómina de favoritos incluía también a Matteo Trentin (CCC), el excampeón mundial Mads Pedersen (Trek-Segafredo), Michal Kwiatkowski y Dylan van Baarle (Ineos).
Por delante, 243 kilómetros hasta Oudenaarde por un recorrido salpicado de 17 muros que los organizadores no publicitaron para evitar aglomeraciones de público al paso de los corredores.
En la primera fuga se integraron Gregor Mühlberger (Bora-Hansgrohe), Samuele Battistella (NTT), Danny van Poppel (Circus-Wanty), Gijs Van Hoecke (CCC), Dimitri Peyskens (Bingoal), Fabio Van Den Bossche (Vlaanderen).
El sexteto llegó a tener más de 8 minutos de ventaja sobre un pelotón, que viajaba, bajo una llovizna intermitente, al ritmo marcado por el CCC de Trentin. A 130 km del final la máquina del Quick-Step tomó el control del paquete y la diferencia con la fuga comenzó a descender.
La aventura murió a 50 km de meta, y el reagrupamiento dio paso a los ataques de Alaphilippe, que fueron reduciendo el tren delantero. Pero el campeón mundial se fue al suelo al tocarse con una moto de carrera cuando faltaban 35 km y quedó tendido en la carretera, con gestos de dolor.
Arriba se quedaron solos los dos grandes favoritos, Van der Poel y Van Aert, que había salido ileso de una caída anterior. Otro campeón mundial en ruta, Mads Pedersen, que ganó la semana pasada la Gante-Wevelgem, no pudo entrar en el corte decisivo.
Los dos colosos se enfrascaron en un mano a mano, relevándose en perfecta armonía para mantener a raya al primer grupo. Van Aert, teóricamente más rápido para una llegada al esprint, se encontraba cómodo en esa situación y la ventaja de los fugados fue en aumento.
Faltaban dos muros. El 11 por ciento de la rampa adoquinada del viejo Kwaremont, que se subió tres veces -la última, a 18 km de meta-, no deshizo la pareja delantera, y el Paterberg, que arrancaba a 14 km del final, tampoco resolvió nadas.
Los trece últimos kilómetros, y sin muros ni adoquines, condujeron a los dos favoritos hasta el esprint final. Van Pert, sobre el papel más rápido, se puso a rebufo al entrar en el último kilómetro y esperó hasta el 200 para lanzar el sprint. Pero Van der Poel le tomó la rueda y le batió bajo el mismo arco de meta.