El Tour de Francia disfrutó de la segunda jornada de descanso con todas las incógnitas por despejar, la general más ajustada de la historia con el británico
Chris Froome al frente y una tercera semana decisiva que incluye los
Alpes con el
Galibier y el
Izoard como grandes colosos, y
la crono de Marsella, de donde saldrá la foto final del podio.
Más emoción imposible. El Tour llega vivo a su semana grande con los
seis primeros de la general en poco más de un minuto, algo
inédito en la historia del Tour de Francia.
Al frente, y aún favorito,
Chris Froome (Sky), un líder que no ha mostrado la superioridad que le llevó a ganar tres Tours de Francia.
Esta circunstancia anima al grupo de oposición, encabezada por el italiano
Fabio Aru (Astana), a 18 segundos, y por el francés
Romain Bardet (Ag2r), mientras que siguen de cerca el colombiano
Rigoberto Urán (Cannondale) a 29 y el irlandés
Dan Martin (Quick Step) a 1.12.
En la misma frontera, sexto, y mejor español, aparece
Mikel Landa, el hombre que protagoniza el debate en el Tour por haberse mostrado más fuerte que su jefe de filas, Chris Froome, a quien le debe pleitesía y obediencia a pesar de que el ciclista vasco anhela el podio en su último año en el Sky.
Landa quiere volar solo, como único líder de un equipo, y eso lo dejó claro en el hotel de descanso, en las afueras de Le Puy-En-Velay. "
No volveré a ser segundo en ningún equipo", dijo.
Los citados serán los hombres que se jueguen las plazas del podio. No entran en los pronósticos dos grandes nombres que se presentaron en la salida de Düsseldorf con grandes aspiraciones: el colombiano
Nairo Quintana (Movistar), víctima del cansancio del Giro de Italia, a 6.16 en la general, y el español
Alberto Contador (Trek), mermado por las caídas, a 6.37.
"Sin esas caídas", dijo
Contador en su hotel, "
ahora mismo creo que estaría luchando por el maillot amarillo".
Entrarán en juego nuevos protagonistas en una semana apasionante, máxime teniendo en cuenta que el Tour 2017 es capaz de deparar cualquier sorpresa en cualquier momento. De ahí que cada etapa de la segunda semana haya sido un rosario de sobresaltos.
Se ha visto al líder ceder tiempo en La Planche des Belles Filles, sufrir lo indecible en Peyragudes, a veces en escenarios inesperados. En uno de esos, en Rodez, fue donde Aru cedió el maillot amarillo a Chris Froome.
Impone respeto el Sky, el mejor equipo, dispuesto a quemar las naves en los Alpes para sujetar las ambiciones de los rivales.
Froome cuenta con Landa como referencia táctica de primer nivel, todo un lujo para el británico de origen keniano, quien no se fía, sobre todo, del francés Romain Bardet y su Ag2r, el único equipo que ha puesto en apuros al todopoderoso conjunto británico.
Con las cartas aún sobre la mesa esperan emociones fuertes, y para ello contribuye el recorrido. Queda montaña, etapas de perfil escarpado y traicionero y la decisión final del reloj.
El ascenso al Galibier, antesala de un vertiginoso descenso hasta Serres Chevalier, y la meta en el Izoard y sus 2.360 metros sobre el nivel del mar, 14 kilómetros de subida al 7,3 % de desnivel,
marcarán el paso por los Alpes y marcarán la general e manera casi definitiva.
El orden tras esas dos etapas quedará a merced del último veredicto,
el de la contrarreloj de Marsella, con salida y meta en el estadio Velódromo. Desde 2012 el Tour no había programado una cronometrada la víspera de la llegada a los Campos Elíseos.
Serán 23 kilómetros esencialmente planos, buena parte de ellos jalonando la costa mediterránea, pero con una incursión en el interior, el ascenso a la basílica de Notre Dame de la Garde, que domina la segunda ciudad de Francia, una subida de poco más de un kilómetro pero con porcentajes de hasta el 18 %.
Este martes el pelotón se vuelve a poner en marcha para afrontar la decimosexta etapa entre Le Puy-En-Velay y Romans-Sur-Isére, de 165 kilómetros.