El alemán Marcel Kittel (Quick Step) aumentó a diez victorias su palmarés en el Tour de Francia tras imponerse en un alarde de fuerza en la segunda etapa, disputada entre Düsseldorf y Lieja, de 203 kilómetros, en la que el británico Geraint Thomas (Sky) mantuvo el maillot amarillo.
La etapa entre Alemania y Bélgica, con meta en la simbólica Lieja, sede de la clásica "Decana", era un llamamiento a los esprinters, y puntual acudió Kittel, el gigante de Arnstadt, para hacer una exhibición que le permitió levantar los brazos por décima vez.
Lágrimas de alegría para el germano, quien con un tiempo de 4h36:39 cerró el acceso a la gloria al francés Arnaud Demare (Francaise) y a su compatriota André Greipel (Lotto Soudal).
Un esprint desordenado, sin control claro por los equipos aspirantes, si bien el Quick Step supo colocar a Kittel en lugar idóneo para batirse el cobre con el resto de cohetes del pelotón. El resto lo hizo el alemán, quien se lanzó de lejos, sin respuesta posible.
También la décima victoria de la temporada para Kittel, que añade a sus cuatro triunfos en el Giro y uno en la Vuelta. Y de premio el salto al tercer lugar de la general, que mantuvo a Thomas al frente con 5 segundos de adelanto sobre el suizo Stefan Kung (BMC).
En el Tour jornadas de transición pura no existen, suelen decir los favoritos de la prueba. Siempre hay sustos. Que se lo digan a Alejandro Valverde y Jon Izagirre, postrados en el hospital de Düsseldorf tras sus percances en la crono, pendiente el primero de la evolución de su operación de rótula y el segundo de ser intervenido de dos vértebras rotas.
En el segundo asalto los gallos mantuvieron sus posiciones en la general. Froome sigue siendo el mejor entre los mejores, sexto, con más de medio minuto sobre los Porte, Quintana, Bardet y Contador. Pero hubo sobresalto, y fuerte. Una caída a falta de 29 kilómetros derribó al líder del Sky.
Se levantó Froome con el culotte rasgado, inyectado de orgullo e impulsado por sus compañeros, hasta alcanzar a un pelotón que no quiso hacer sangre con el triple ganador del Tour. Esperaron al jefe, de lo que se aprovechó también el francés Bardet. Para cuadrar la recuperación, aún tuvo opción "Froomey" de cambiar la bici.
Una jornada con mucho nombre y nada que ver con el recorrido de la "Decana", la clásica que Valverde ha conquistado cuatro veces. Solo dos cotas de cuarta, un regalo para los esprinters. Pero también hubo sobresalto para los "guepardos" del pelotón.
Cuatro novatos en el Tour casi les amarga la tarde. Phinney (Cannondale), Pichon (Fortuneo), Boudat (Direct Energie) y Offredo (Wanty) salieron de estampida de salida, apenas se bajó la bandera. Un viaje interminable bajo la lluvia, pertinaz hasta que el sol recordó que sabe brillar por estas tierras cuando la carrera pisaba Lieja.
Nunca fueron las diferencias preocupantes para el control de la fuga, pero a veces el exceso de confianza tiene un alto precio. Dos corredores, el estadounidense Phinney y el francés Offredo, se rebelaron en la Cota D'Olne, donde dejaron a los dos compañeros de aventura a merced del pelotón, que rodaba a ritmo de caza.
Phinney quiso saltar la banca. Un contrarrelojista duro de pelar se dejó el alma por llegar a Lieja, pero después de 202 kilómetros de ilusiones se despertó ante la llegada de la marabunta, ansiosa en busca de una recta de meta larga donde los esprinters aparecieron por inercia.
Ningún equipo fue capaz de dominar los últimos kilómetros, pero el Quick Step le tendió la mano a Kittel para que el germano mostrara su poder. El Bahrain soñaba con Colbfelli, la Francaise con Demare, pero el alemán encendió el sol de su décima victoria en el Tour.
La tercera etapa del Tour pasará por tres países en su trayecto de 212 kilómetros entre Verviers (Bélgica) y Longwy (Francia). Etre medias territorio de Luxemburgo. Cinco pequeñas cotas animarán una jornada, la última de ellas de 1,6 al 5,8 por ciento de media y una rampa del 11. Mal final para los esprinters, ideal para rematadores.