No sólo Ferrari y Carlos Sainz fueron los grandes damnificados del GP de Las Vegas y la dichosa alcantarilla que destrozó por completo su SF23. Un incidente que le penalizó con diez puestos y bloqueó la sesión del viernes en el GP de Las Vegas.
Lógico, el cabreo del piloto español y de Vasseur. No sólo por lo deportivo, sino también por lo económico. Y es que valoran los daños en el suelo del Ferrari en más de un millón de euros. También está la sensación dejada en la escudería italiana, al comprobar que los comisarios de la FIA se lavaron las manos con el incidente, a todas luces injusto. También hubo cierta presión por parte de alguna escudería -presumiblemente Mercedes-, para que los jefes deportivos de la carrera no rebajaran la sanción, algo que lógicamente despertó el malestar de Carlos Sainz.
Sin embargo, no sólo podría salirle cara la jugada a Ferrari y Sainz, sino que en Estados Unidos ya se está dando forma a una demanda colectiva de unos 35.000 espectadores que se vieron afectados por lo ocurrido, siendo suspendida la sesión del viernes.
El bufete de abogados Dimopoulos, en colaboración con JK Legal & Consulting, ha presentado una demanda colectiva en nombre de los 35.000 espectadores por un coste individual de 30.000 euros al cambio por persona, al entender que el problema de la alcantarilla no fue suyo, sino del campeonato, al no asegurarse de que todo estaba bien. Es decir, que alegan “incumplimiento de contrato, negligencia y prácticas comerciales engañosas” por parte del GP de Las Vegas y TAB Contractors, empresa encargada del mantenimiento de la pista en Las Vegas.
"Reivindicaremos los derechos de los aficionados que recorrieron grandes distancias y pagaron pequeñas fortunas para asistir, pero se vieron privados de la experiencia. Además, los demandantes reclaman daños y perjuicios por angustia mental en una cantidad a determinar por el jurado que sea justa y razonable”, defienden, añadiendo que no se les devolvió el coste de la entrada a pesar que estaba garantizado si se cancelaba alguna de las sesiones, como ocurrió con la del viernes.
Muchos de los espectadores pagaron una cantidad que oscila entre los 600 y los 1.000 euros por disfrutar de nueve minutos de entrenamientos, en los que apenas seis coches rodaron junto ante de que Carlos Sainz pisara la alcantarilla mal sellada que obligó a parar la sesión y retrasar la segunda un par de horas para poder arreglar el resto de alcantarillas.
Finalmente acabaron siendo evacuados y no pudieron ver el Libre 2 por motivos logísticos, al decidir la organización cortar por lo sano y mandar a todo el mundo a casa con un vale compensatorio por valor de 200 euros para gastar en la tienda oficial del campeonato. En definitiva, un esperpento que provocó el malestar de todos. "Sabemos que ha sido decepcionante. Esperamos que nuestros aficionados entiendan que hemos tenido que equilibrar muchos intereses, incluida la seguridad de todos los participantes y la experiencia de los aficionados durante todo el fin de semana de la carrera", ha asegurado la directora ejecutiva del Gran Premio de Las Vegas, Renee Wilm, como excusa.