Aston Martin y Ferrari se las tuvieron tiesas sobre la pista y en los despachos en el Gran Premio de China de Fórmula 1 disputado el pasado fin de semana en el Circuito Internacional de Shanghai. Todo llegó a raíz de la carrera al Sprint, en la que Carlos Sainz y Fernando Alonso mantuvieron una bonita lucha por el tercer cajón del podio, en la que se tocaron y acabó con el ovetense camino de boxes con su Aston Martin pinchado -y con una dura sanción- y el madrileño bajando a la quinta plaza tras ver cómo menguaba el rendimiento de su Ferrari.
Los problemas siguieron con la clasificación, que tuvo lugar ese mismo día. Carlos Sainz se accidentó en la Q2 y provocó una bandera roja. Eso hizo que le diera tiempo a llegar a boxes sin su morro y con el alerón trasero tocado, pero también remontar y meterse en la Q3 después de que le cambiaran las piezas rotas por el choque. Lance Stroll (Aston Martin), por su parte, se quedaba fuera de esa Q3.
Allí, Sainz finalizó séptimo, mientras que Alonso fue tercero, pero Aston Martin reclamó a los comisarios porque entendía que el piloto madrileño no podía salir a pista después de haber tenido el accidente. Una reclamación que fue desestimada y Carlos Sainz pudo partir al día siguiente, en carrera, desde la misma posición. Incluso, tras la carrera hubo un último coletazo, pues desde Aston Martin sugirieron que el accidente de Stroll con Ricciardo, en el que el coche verde se 'montó' en el de su rival, se había debido al trenecito que había montado Sainz previamente tras la retirada del primer 'safety car'.
No obstante, lo peor llegó el sábado, con esa denuncia que habría mandado a Sainz a la 15ª posición de la parrilla de salida y Stroll apenas habría ganado una posición. Por eso, no entendían en Ferrari esa animadversión contra el madrileño, salvo que le culparan de la sanción que previamente había recibido Fernando Alonso por su lucha matutina. Y eso que tanto Alonso como Sainz, aunque no estaban de acuerdo en la apreciación de la maniobra, habían salido hablando tan tranquilos y sin darle importancia al asunto.
Desde Aston Martin han querido explicar que no había nada en contra de Sainz y que se trataba de una reclamación porque, según ellos, se había infringido el reglamento. Así lo señala el ingeniero jefe Tom McCullough, quien explicaba que todo era consecuencia de unas palabras del director deportivo de Aston Martin, Andy Stevenson, que es el que mejor conoce el reglamento y que, según le dijo, Ferrari habían infringido el artículo 39.6, según el cual, a Sainz no se le debería haber permitido seguir disputando la Q2 tras detenerse en pista.
"Se sienta a mi lado en el muro de boxes y conoce el reglamento al dedillo. Es como una enciclopedia. Lleva tanto tiempo en esto que lo estudia. Siempre está en conversaciones con el equipo de ingenieros, el departamento jurídico y los responsables de las reglas del deporte, y entiende perfectamente las reglas. Él fue el que en el momento en que apareció en el sistema de mensajería oficial que un coche se había parado, recordó el artículo 39.6. Yo no recordaba ese artículo. Y dijo: 'no puede salir'", explica Tom McCullough, quien señala que ése fue el único motivo: "Nos quedamos un poco sorprendidos, por eso protestamos, sólo para aclarar las cosas". Su reclamación, finalmente, no tuvo consecuencias para Sainz.