Barcelona se ha manifestado a favor de la Fórmula 1 claramente. Pese a los cientos de personas de más de 200 entidades vecinales, sociales y ecologistas de Barcelona y Cataluña que se han manifestado en contra de la exhibición que se ha desarrollado en el paseo de Gràcia, lo cierto es que los 38.0000 aficionados que se han tirado a la calle, según la Guardia Urbana, para asistier al 'Road Show' han ganado el partido.
Y en dicha fiesta, un protagonista claro, Carlos Sainz, el más aclamado de todos "Qué gusto ver a tantos fans de la F1, espero que estén apoyándonos el domingo. Después de la victoria en Australia, nada me haría más ilusión que ganar en casa", ha recalcado en declaraciones a 3Cat el piloto madrileño de Ferrari.
Antes de afrontar ese desafío, Sainz regaló un espectáculo en un monoplaza de la escudería italiana que, pese a no ser el de competición, hizo vibrar a los miles de aficionados del motor -locales e internacionales- que se acercaron a las calles más emblemáticas de la capital catalana.
Quemando sus ruedas delanteras y aprovechando la humedad del asfalto para voltear su coche repetidamente para el gozo del público, el madrileño se convirtió en el héroe de la jornada y se entregó a su gente, emocionado por las muestras de apoyo, en un momento crucial de su carrera deportiva.
El recorrido comenzó en la ronda Universitat, donde los coches arrancaron desde los garajes, para dirigirse hacia el norte, por el paseo de Gràcia, y terminar su itinerario en la Casa Batlló, donde le esperaba un tribuna con autoridades como el presidente y Consejero Delegado de la Fórmula Uno, Stefano Domenicali.
Desde una gran pantalla ubicada en la zona de aficionados instalada en plaza Cataluña, el 'Fan Village', seguidores equipados con camisetas de sus escuderías favoritas estallaron de emoción al ver al piloto madrileño entrar en su monoplaza.
Mientras tanto, miles de barceloneses y turistas apiñados tras las vallas e incluso subidos en los quioscos del céntrico paseo cubrían el recorrido del 'Road Show', movidos por esta oportunidad única de vivir el automovilismo a escasos metros y en un entorno inédito hasta el momento.
Por suerte para muchos, las nubes apaciguaron el calor asfixiante que reinaba en el centro de Barcelona en las horas previas al inicio de la exhibición, una jornada que algunos previeron con gorras -sobre todo de Ferrari y de Aston Martin- en sus cabezas.
Por su parte, el aranés Mari Boya y el sabadellense Pepe Martí, ambos de F3, aportaron el sello local a la cita, manchada en un corto período de tiempo por una ligera lluvia que apenas duró cinco minutos y que llevó a algunos de los presentes a resguardarse en las carpas instaladas en plaza Cataluña.