Que Simone Biles es la reina de la gimnasia artística mundial, ya no en la actualidad, que está claro, si no que también en la historia, es algo cada día más definido en estos Juegos Olímpicos. Por lo pronto en París ya fue campeona de la competición por equipos, y no solo eso, si no que en lo que se refiere a la competición individual fue todavía más certera. Ya eran dos medallas de oro, que la ponían con seis en su carrera, y todavía le quedaban tres finales por aparatos, y en la primera, la de salto, quizá su especialidad, ha conseguido una apabullante victoria.
Biles no se dejó nada en el tintero, con dos saltos que rozaron la perfección y que le dieron una ventaja holgada sobre la brasileña Rebeca Andrade, doble campeona del mundo y que defendía el título olímpico. Consciente de la excelencia de Andrade en esa especialidad, Biles abordó de entrada el Biles II, el salto más difícil del código, con el que solo ella se atreve. El Yurchenko con doble mortal carpado fue el mejor ejecutado desde que llegó a París, apenas con un ligero desvío del carril. La nota de 15,700 hizo justicia a su valentía, y de primeras le permitió cimentar su victoria.
Y el segundo fue un Cheng, el cual le proporcionó 14,900 puntos que arrojaron una media de 15,300 casi inalcanzable. Rebeca Andrade hizo dos saltos magníficos, un Cheng de 14,900 y un Amanar de 14,466. Pero el Biles II marca la diferencia en cualquier concurso: si la norteamericana lo hace bien, punto final a la lucha por el oro. Mientras que el bronce fue para la estadounidense Jade Carey, con 14,466.
Simone Biles tendrá dos oportunidades más de ampliar su medallero, pero tendrá que esperar al lunes, cuando dispute las finales de barra y de suelo. Y mientras en la primera puede tener rivales, en la segunda es la favorita indiscutible. Ahora, este este tercer oro, con uno más igualaría los cuatro de Río 2016, donde también ganó un bronce. Y está a un paso de superarse y lograr los cinco, que la dejarían con nueva, igualando la máxima marca de la historia. Si los problemas de salud mental no se hubieran colado en su vida en Tokio, hubiera sido aún más grande de lo que ya de por sí es. En estos JJOO, solamente privará a Bercy de su presencia este domingo, cuando se dispute la final de asimétricas, para la que no se clasificó.