OPINIÓN

Rubi y su trono envenenado

Joaquín AdornaJoaquín Adorna
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Rubi y su trono envenenado
- Joaquín Adorna
Hay, de momento, silencio administrativo en la planta noble del Betis, y las voces que llegan a la opinión pública van debilitando la figura de Rubi. Seguramente, Haro va a mostrar su confianza en el técnico en su intervención este miércoles en Deportes COPE Sevilla con Rafael Almansa. Debe hacerlo y, además, debería respaldarle con fuerza porque un tempranero despido de Rubi supondría un nuevo fracaso de los dirigentes.

La apuesta por el extécnico del Espanyol fue fuerte y unánime, hasta Serra Ferrer participó en su elección y dio el visto bueno. El Betis pagó una cláusula de indemnización al Espanyol cercana al millón de euros para poder ficharle; se anunció su incorporación a bombo y platillo sentándole en un montaje fotográfico en el trono de la serie 'Juego de Tronos'; y se le mostró una plena confianza firmándole para las tres próximas temporadas, hasta el 2022.

Si el convencimiento era tan fuerte, y no hay por qué dudarlo, no tiene sentido ahora dejar solo a Rubi sentado en un trono envenenado, en una silla eléctrica que se puede activar en función de los resultados que el equipo obtenga en los próximos partidos ante Granada a domicilio, Celta en casa, Madrid en el Bernabéu y Sevilla en el Villamarín. Obviamente, la ley del fútbol es inclemente y se aplicará en forma de despido si Rubi no logra victorias, porque un culpable hay que entregar a la afición para que quienes mandan puedan proteger su estatus.



Antes de ese ineludible momento, sin embargo, convendría cerrar filas en torno a quien aún está a tiempo de revertir la situación y mantener con la máxima discreción los lógicos contactos con los posibles sustitutos. Si no hay un apoyo expreso, firme y contundente, queda abierta la veda y se da vía libre a la crítica, más o menos fundada.

Muy llamativas han sido, por ejemplo, las palabras del exjugador del Betis Juanito. Ahora fuera del club, el que fuera capitán del conjunto bético ha manifestado en Canal Sur que "los que dirigen no creen ya en el entrenador y si se mantiene es por una cuestión más económica que deportiva. Eso crea un malestar. Aquí todo el mundo sabe lo que está pasando. El Betis no tiene un patrón de juego y hay muchos jugadores a los que no les convence lo que propone el entrenador".

Hay rumores, también, que apuntan a que algunos jugadores -pesos pesados- han pedido la vuelta de Setién. Su nombre, desde luego, suena por los pasillos del Villamarín, con el riesgo que supondría ceder tanto poder a un vestuario y con lo atrevido que sería traer de vuelta a un técnico a quien no quiere buena parte de la afición -más que unanimidad, su figura genera división-. A Rubi le toca convivir con el ruido, asumir la presión y ganar ya -el domingo en Granada- para no convertirse en el cuarto técnico destituido en Primera división. A los dirigentes, protegerle y respaldarle antes de la sentencia final que dicten los próximos resultados.