Cuanto más desorden, más salud mental, más felicidad. Ese aforismo de la psicología y la educación emocional bien podría aplicarse al fútbol para tratar de encontrar una explicación que no se encuentre en los profundos análisis técnico-tácticos que se harán en el
Sevilla F.C. para tratar de explicar la derrota ante el
Madrid.
Dos factores que añadir a la
pizarra de Lopetegui, que gustan mucho en Nervión y que ya sufrió el propio técnico en sus carnes sentado en el banquillo visitante: varios puntos más de intensidad y agresividad para hacer sufrir al Madrid; y más rienda suelta a la improvisación.
Lopetegui
llevó el partido a lo matemático y, en lo calculado, si el Madrid corre tanto como tú, si trabaja tanto como tú y si expone más o menos lo mismo que tú, te acaba ganando porque
tiene la calidad en jugadores de muchos millones de euros que le falta al Sevilla.
Sobró miedo,
respeto al rival, y faltó el
factor emocional, la
intensidad sin medida, la
valentía de querer arrollar para activar la conexión con la grada y el tan determinante factor campo en Nervión.
Puestos a perder, mejor regalar a la afición ese
punto de locura, esa
entrega desmedida hasta que dure la gasolina, a no ganar con la sensación de no haber tenido la más mínima opción de hincar el diente a un Madrid que, en descargo de Lopetegui y su tropa, rozó la perfección.
Se equivocó en la elección de jugadores y en el plan el técnico. Los delanteros que marcaron en Europa no fueron titulares (
Munir en la grada y Chicharito en el banquillo). Dos futbolistas veloces y con desborde (
Bryan Gil y Rony Lopes),
tampoco convocados. Y el arrojo y la improvisación, el fútbol de los futbolistas, matados por el orden táctico.