Son argumentos difíciles de entender.
Haro y
Catalán no quisieron humillar a Serra Ferrer, seguro que así fue, pero la exposición que han hecho de las razones que forzaron su despido (los siete folios definiendo su incompetencia) ha tenido momentos surrealistas. En especial cuando se ha desvelado que
Lo Celso no es un fichaje de Serra. Al argentino lo descubre
López Catalán a través del
'Big Data', aunque luego se firmara "de rebote", como reconoció Serra en su despedida. El botoncito mágico que "utilizan equipitos como el Liverpool o los Toronto Raptors", ha explicado Haro, se ha llevado por delante el certero ojo clínico de Serra Ferrer.
Entienden que
Serra ha sido un
"chequeador de oportunidades", en vez de un director deportivo metódico y ordenado que se adelanta a las opciones que ofrece el mercado. Simplificando tanto sus funciones, y teniendo en cuenta que sólo contaba con 3 personas realizando scouting -van a ampliar ahora a 14-, se pueden calificar de milagrosas las plusvalías que ha generado -y puede lograr a partir de ahora- con las ventas millonaria de futbolistas como
Canales, Carvalho, Pau López,
Junior o el citado
Lo Celso.
Se quiere enviar al pasado a
Serra Ferrer, pero su figura, más que desvanecerse, ha crecido tras los últimos acontecimientos. Tras recibir por escrito las razones por las que
Haro y
Catalán le relegaban a un rol secundario, Serra tenía dos opciones: quedarse y perder el crédito intacto que mantiene en la afición del
Betis, o marcharse para que la imagen del mito sea aún más venerada.
El desencuentro entre el director deportivo y los dirigentes se ha hecho aún más patente. El problema no han sido las comisiones, como se rumoreaba, ni el dinero.
Catalán llegó a ofrecerle que mantuviera sus emolumentos y hay acuerdo en el despido: finiquito con todos sus condimentos y dimisión de Serra como miembro del
Consejo de Administración y vicepresidente deportivo. Sin embargo, en la innegable lucha de egos hay diferentes argumentos para explicar la ruptura. Serra apuntó a su desencuentro con
López Catalán a la hora de intentar destituir a
Quique Setién, mientras que el presidente y el consejero delegado resumen con un cambio de modelo y un pésimo trabajo en el mercado invernal la carta de despido, los ya famosos siete folios con los que Serra se sintió humillado.
A vista de pájaro,
Serra Ferrer acabó con los dos años lamentables de
Eduardo Macià y
Miguel Torrecilla a los mandos de la dirección deportiva. A pie de obra, en cambio,
Haro y
Catalán han necesitado mucho papel y tinta para explicar todas las carencias de Serra en un área tan determinante. Desde la frialdad de una decisión empresarial, sus calculados argumentos están más que justificados. Desorden, falta de previsión, mala relación con el entrenador del primer equipo, escasa interrelación entre los
4 grandes bloques del área deportiva (scouting, primer equipo, cantera y área médica); información poco documentada y fluida con agentes y el área financiera… Si no fuera porque es fútbol, y no un negocio cualquiera, y porque se trata de
Don Lorenzo Serra Ferrer, el hombre que más alegrías ha dado al beticismo, nadie discutiría una decisión que, más que valiente, tiene tintes de temeraria.
Haro y
Catalán se quedan sin el mejor de los escudos. La afición este jueves se manifiesta en favor de
Serra Ferrer y las miradas, cuando las cosas no funcionen, irán directamente al palco. El linchamiento en redes sociales a
Catalán es injustificable, indefendible, pero ya se sabe cómo funciona el valor de quienes insultan detrás de una pantalla. Haro lanza un aviso a navegantes: si se tiene que marchar
Josemi, se irá con él. Ambos quedan en manos de la nueva dirección deportiva, a la que se incorpora más personal cualificado y el
'Big Data'. El club ha crecido y se ha modernizado en muchas parcelas, pero cuatro años después queda la sensación de que se vuelve, sin
Serra Ferrer, a la casilla de salida.