Las discusiones en la Feria, donde se mezclan diferentes líquidos que afectan al control de las emociones, están al orden del día. Se producen muchas y, en su mayoría, quedan en anécdotas que ni siquiera recuerdan quienes las protagonizan, engullidas por esa espiral del albero que convierte las verdades de la noche en mentiras del día siguiente.
En ese capítulo caería también el rifirrafe, el roce subido de tono, la agria discusión, la bronca o el grave enfrentamiento -cada cual le pone un adjetivo calificativo- que mantuvieron en la noche del domingo el
expresidente del Sevilla, José María del Nido, y el director deportivo del club, Ramón Rodríguez Verdejo 'Monchi', si no fuera porque son quienes son y quienes fueron, y porque representan lo que representan. El primero -su familia-, es el máximo accionista a título individual del club; y el segundo, quien está considerado mejor director deportivo del mundo y pieza angular de los éxitos pasados -y se espera que también futuros- del
Sevilla F.C.
Según cuentan testigos presenciales de unos hechos adelantados por la Cadena COPE, fue
Del Nido quien rompió el tono amable y conciliador expresado inicialmente por Monchi, lanzándole reproches, acusándole de estar ayudando a "cargarse el club" e indicándole que "no eres nadie sin mí".
La discusión no puede ser más elocuente. Al margen de la inoportuna elección espacio temporal, ni era el sitio ni el momento, la situación aclara mucho de lo acontecido recientemente en el
Sevilla.
Monchi ha vuelto y, aunque muchos pensaban que era la carta más valiosa que
Del Nido tenía en la manga para el retorno triunfal que no logró vía ‘compra de acciones’, lo ha hecho sin consultar con el expresidente y, como él mismo indica, empujado por el ambicioso proyecto que ha puesto en sus manos el actual presidente
José Castro.
Lo que pase por su fuero interno sólo lo sabe el propio
Del Nido. Si se siente traicionado por quien fue su mano derecha en el primer
Sevilla de los títulos o si, realmente, considera que
Castro le ha dejado sin su jugada maestra para volver al mando. Para ello necesita, además -y por increíble que parezca-, fracasos deportivos.
Lo que resulta evidente es que ningún sevillista piensa que
Monchi colabora en destruir al
Sevilla, más bien todo lo contrario.
Monchi está siendo el soporte emocional de una afición que ve cómo el club deja escapar una oportunidad histórica de volver a la
Champions más barata de los últimos años.
Y está encajando la previsible decepción -o fracaso, en toda su dimensión- con críticas a los actuales gestores, pero también con la esperanza que despierta la fe ciega que los aficionados tienen depositada en
Monchi. Discusión elocuente para entender el reciente pasado, la lucha por el poder, y el presente del
Sevilla.