Se cayó el
Betis. Protagonizó la gran sorpresa en estos dieciseisavos de final de la Europa League, en la que pasaron los favoritos y todos los españoles, y no estará en el bombo del sorteo junto al Sevilla. Adiós a la posibilidad de un 'Euroderbi' y frenazo en seco al crecimiento deportivo de la entidad. Primer y sonado fracaso de Quique Setién en el banquillo del Betis, mucho más grave aún que la eliminación copera ante el Cádiz de la pasada temporada.
Mal planteamiento en la ida y en la vuelta. Seis goles encajados, una barbaridad ante un Rennes que puso todo lo que le faltó al Betis y que ha afrontado la eliminatoria con más inteligencia. Bloqueo mental en el cuerpo técnico y sensación de agotamiento físico en el plantel. Aprendieron los franceses del partido de ida, mejoraron conceptos, mientras que el técnico bético no supo leer los riesgos que afrontaba. Dos tantos marcó el
Rennes en los primeros diez minutos en el partido de ida y otros dos ha marcado en la primera media hora en el Benito Villamarín.
Tan preocupante como la mala lectura del técnico de la eliminatoria, ha sido la actitud del equipo, la lamentable puesta en escena impropia de una cita con tanto en juego. El
Rennes puso más intensidad, más fútbol y generó más peligro que el
Betis. Dos veteranos,
Joaquín y
Guardado, no están para cubrir una banda entera cada uno, y mucho menos teniendo en cuenta que una de las virtudes del Rennes estaba en la velocidad de sus extremos. La apuesta por
Jesé le salió bien a
Setién, pero le sustituyó cuando era uno de los jugadores que más peligro generaba -por riesgo de lesión, explicó después el cántabro-.
No hay opciones a poner paños calientes. Pasar la fase de grupos y caer en la primera ronda de la
Europa League ante un rival inferior al que debió superar sin apuros es un lujo que no puede permitirse una entidad con más de 120 millones de euros de presupuesto. Jarro de agua fría para unos seguidores a los que no les quedaron ganas para cumplir con la quedada programada para después de la cita con la intención de transmitir ánimos a los suyos de cara al encuentro de la próxima semana en
Mestalla.
No merecía la afición del Betis un castigo tan severo como el sufrido en una noche para olvidar cuanto antes. Llenando el
Benito Villamarín, acudiendo al que se esperaba un día festivo para volver a los octavos de final de la
Europa League después de cinco años de espera. Con la ilusión por las nubes a la espera de la cita en Valencia para afrontar la vuelta de las semifinales de Copa. Con el
Sevilla clasificado ya y con la expectación de un posible duelo ante el eterno rival en el bombo. Con tanto entregado no merecían los béticos sufrir un petardazo cuyas consecuencias, seguramente, dependerán de si es capaz de meterse en 'su' final de
Copa.