Se han dado las circunstancias para que en estos momentos
Sarabia sea dueño de su destino. Todos somos dueños de nuestro presente y de nuestro futuro, pero a veces los factores internos y externos no acompañan, y el sitio que nos tiene guardado la vida para encontrar la plenitud personal y profesional tarda en llegar. En torno a
Sarabia se han reunido en este preciso instante, brevísimo instante de meses, las circunstancias favorables para que sea él quien pueda elegir dónde ejercer la etapa de madurez que le queda como futbolista.
Con 26 años y dos años más de contrato, y después de dos temporadas -está en la tercera- en las que ha ido creciendo como jugador,
Sarabia tiene dos opciones: convertirse en cabeza de león en el
Sevilla con un gran contrato millonario, entrando en el primer escalón salarial del plantel y dejando un resquicio abierto a un último salto a un poderoso; o pagar los
18 millones de su cláusula y firmar por otro club unas cantidades a las que no puede, ni debe, llegar el Sevilla.
Cada caso es diferente porque cada futbolista maneja sus sentimientos y su entorno, pero ya todo se reduce a un "quiero quedarme" o "prefiero salir". Sentirse valorado por el club, sus compañeros y la afición; o arriesgarse a un cambio de
incierto futuro deportivo con más millones en la cuenta corriente.
Sarabia tiene dos opciones... y la última palabra.