Era el día. Volvía el
'EuroBetis' a
San Siro 41 años después. A la ciudad y al campo en el que había hecho historia en la Recopa. No podía fallar ante el calor de los siete mil béticos que convirtieron
Milan en una auténtica fiesta durante todo el día. Y lo bordó. El mejor partido en lo que lleva de temporada dando un histórico baño al Milan, con fases brillantes adornadas con gritos de 'olés' ante el delirio de unos
aficionados que disfrutaron de principio a fin. Un triunfo que le coloca como líder de su grupo y que le pone a tiro clasificarse para las rondas eliminatorias. Y un maravilloso gol de
Lo Celso que va a quedar grabado en las retinas de los béticos para siempre.
Se dieron las circunstancias. Muchos méritos de los de
Setién y muchas facilidades dadas por un
Milan que se vistió de
Betis en la primera mitad, apostando por la posesión del balón, arriesgando en la construcción y dejando los espacios que tanto ha echado en falta el
Betis en sus últimos partidos. Más fácil aún lo puso en la segunda mitad, cuando
Gattuso despobló el centro del campo para acumular hombres de ataque con los que intentar remontar el tanto en contra con el que acabó la primera mitad. Si bueno fue el primer acto, mejor aún el segundo, en el que mejoró un
William Carvalho lento y desafortunado en los pases en los primeros cuarenta y cinco minutos.
Setién hizo lo contrario de lo que pregonó en la previa. Cambió cosas. Tocó teclas. Apostó por jugar con dos delanteros -
Sanabria y
Sergio León-, acercó a
Lo Celso y a
Canales a los puntas, y mejoró considerablemente el juego de un
Betis que, si el
VAR estuviera también implantado en la
Europa League, habría sentenciado en la primera mitad.
Sanabria perdonó un gol imperdonable, pero hizo un segundo tanto injustamente anulado y
Reina pudo acabar expulsado por cortar el balón con las manos fuera del área en una contra en la que se midió a
Lo Celso. Con muchos más méritos contraídos por el Betis,
Higuaín pudo amargar la fiesta perdonando un mano a mano con
Pau López poco antes del descanso.
No le hizo falta tanta posesión al
Betis para escribir una página brillante en una reciente historia que, se espera, llegue acompañada de los éxitos que tanto ha demandado la afición del
Betis. Pudo correr, recurrió a pases largos y supo imprimir velocidad y profundidad a su juego en un partido muy completo en el que se sintió siempre ganador. Tal vez le faltó recurrir a la posesión inteligente para ir enfriando el orgullo de un
Milan obligado por presupuesto a meterse en el partido. El tiro al palo de
Samu Castillejo dio un primer susto, el tanto de
Cutrone metió el miedo en el cuerpo y un posible penalti a
Castillejo -Bartra toca el balón- añadieron emoción y sufrimiento a los minutos finales.
No hubo para más. Una justa expulsión para un desquiciado
Castillejo y muchos nervios para dar mayor dimensión a una hazaña para el recuerdo. Ganó el
Betis a un
Milan que, aun estando en horas bajas, sigue siendo uno de los grandes de
Europa. Inolvidable triunfo de prestigio para un equipo que dio una extraordinaria imagen de grandeza. Maravilloso recital que le llena de autoconfianza para soñar con ese cántico, "yo quiero un Betis campeón", con el que los béticos celebraron el golpetazo dado en San Siro.