Si
Nzonzi hubiera pensado antes de actuar, si hubiera tenido la sangre fría de meditar las consecuencias del improvisado pulso que echaba a su entrenador en el descanso del
Sevilla F.C.-Liverpool, seguramente se habría ahorrado una batalla de la que va salir como perdedor y tirando por la borda buena parte del prestigio y el aprecio conquistado desde su llegada a
Nervión.
Nzonzi ha cometido dos de los peores errores que una persona -un futbolista- puede cometer: no medir convenientemente la fuerza de su enemigo, ni la oportunidad del momento para hacer un desplante de tanto riesgo. En el pulso
Nzonzi-Berizzo, los dirigentes no han tenido la más mínima duda a la hora de apostar a caballo ganador.
Nzonzi es patrimonio del club, pero
Berizzo es el encargado de ponerle en valor y de hacer lo propio con un vestuario completo.
El respaldo sin fisuras de la cúpula dirigente
al entrenador ha encontrado, además, la defensa del resto del plantel con el mejor de los argumentos: un crecimiento en actitud que ha generado triunfos. El día de autos -bronca
Nzonzi-Berizzo en el descanso ante el
Liverpool-, el Sevilla remontó en una segunda parte para la historia. Y después de que
Nzonzi se haya bajado del barco, el equipo ha logrado dos triunfos en
LaLiga y el pase a octavos tanto en la
Champions League como en la
Copa del Rey.
Tampoco era el momento para anteponer el interés propio al colectivo. Primero, porque es el entrenador quien tiene la sartén por el mango:
Nzonzi, recientemente convocado por
Francia, necesita jugar para cumplir su sueño de acudir al
Mundial de Rusia. Además, no le ha importado montar el escándalo en las fechas claves en la lucha por los objetivos del club. Quien hasta ayer estaba considerado una pieza fundamental, un líder carismático e indiscutible del
Sevilla, ha pasado a ser tachado de egoísta y rebelde sin causa. Él solito se ha quitado del cartel y, desde su ´espantá´, el
Sevilla como equipo ha crecido y su competidor en el centro del campo,
Pizarro, también.
En su posición de inferioridad, o
Nzonzi vuelve al carril -poco probable- o el club le encuentra una salida en el mercado invernal a un problema que debió quedar resuelto en el pasado verano -no se puede tener en plantilla a un jugador descontento-. Se abren las opciones a un traspaso forzado en el que
Nzonzi puede perder bastante más que un
Sevilla que ingresará otro buen puñado de millones.