Una guerra civil con contrincantes en clara desigualdad. El partido que aún gobierna,
ABA (Ahora Betis Ahora), controla el club, tiene el poder económico y toda la información para manejar los tiempos, para fichar a su antojo, para mover todos los hilos internos del
Betis y llevar la
Junta Extraordinaria de Accionistas a la fecha, 29 de junio, y terreno que más le interesa. La candidatura aspirante a la presidencia, en cambio, va atada de pies y manos, pero no renuncia a la guerra de guerrillas aun siendo consciente de su escasísimo margen de maniobra.
A las siglas extraídas del himno de
ABA, responden con el acrónimo utilizado en el cántico que se hizo famoso en la conquista de la primera Copa del Rey,
ABC (Arriba Betis Campeón): somos campeón de España en el Vicente Calderón. El fichaje de
Lorenzo Serra Ferrer lo contrarrestan con otro rostro idolatrado y más joven:
Alfonso Pérez Muñoz. Serra triunfó en el banquillo y Alfonso en el campo. Ninguno de los dos llega avalado por una trayectoria exitosa, pero ambos están suficientemente preparados y cualificados para imprimir otro sello al Betis.
El más que probable fichaje de
Quique Setién para
el banquillo, la incorporación de
Sergio León o el intento por firmar a Nolito suponen varios golpes de efecto para
Haro y
Catalán, sobre todo porque
Rafael Salas, que también cuenta con
Valenzuela para mejorar el trabajo de cantera, no puede prometer un puesto a
Ranieri que ya está comprometido, ni atar a ningún jugador tratando de convencerle exclusivamente con el legítimo deseo de aspirar a mandar en el Betis.
La continuidad de
Dani Ceballos como eje del proyecto de un
Betis con mayores aspiraciones deportivas la han utilizado los dos combatientes, aun sabiendo que es muy probable que el canterano acabe saliendo por su cláusula, 15 millones al alcance de otros clubes en los que
Ceballos podrá cumplir el sueño de escuchar la musiquilla de la Champions.
Mensajes y decisiones populistas. Cortinas de humo. Presiones a peñistas y a aficionados. Votos cautivos o comprados. Campañas directas para desprestigiar al contrario. Una especie de primarias con dos candidaturas que salen de una escisión en el consejo que no es nueva. Criterios diferentes y ansias de poder. Fuego cruzado que, al menos, eleva el listón de las promesas y lleva el debate al crecimiento deportivo.
No son buenas las
guerras intestinas porque dejará muertos y heridas abiertas entre quienes deberían luchar por un bien común. Pero ésta tiene una primera fecha de caducidad y en el escenario actual del
Betis se necesitan vencedores y vencidos. Los ganadores serán los que decidan los accionistas, cuyo sentir puede coincidir, o no, con el de toda una afición. Sobre ellos recaerá, legitimados por esa Junta y sin excusas ambientales a las que aferrarse -los entornos estarán dentro, fuera o desactivados-, la responsabilidad de crear un proyecto deportivo que ilusione a los béticos.