La temporada del
Betis está abocada al fracaso. Ni una exitosa participación en
Copa con la que muchos soñaban -se quedó a las puertas de los octavos cayendo ante el rival de mañana en Liga, el
Dépor-; ni la ilusión por luchar por un puesto europeo en Liga -está más cerca del descenso, a 8 puntos, que de la novena plaza marcada como objetivo, a 9; y ni un triunfo en ninguno de los dos derbis -cayó 1-0 en
Nervión y 1-2 en el
Benito Villamarín-.
Afortunadamente, los de abajo no suman y no se atisba sufrimiento en la recta final. Salvo que la justicia diga lo contrario y la alargada sombra de
Lopera se transforme en problema real, quienes gobiernan,
Haro y
Catalán, volverán a tener tiempo para planificar el proyecto de éxito deportivo que los béticos esperan. Ya se equivocaron apoyando a
Eduardo Macià, con quien posaron felices, por ejemplo, al anunciar el fichaje de
Damiao (3 partidos, 0 goles en el
Betis).
La planificación deportiva en la presente temporada, con
Miguel Torrecilla, ha tenido un gran acierto,
Durmisi, y muchísimas carencias. Error en el entrenador -
Poyet ni siquiera llegó al primer tercio de Liga en el que
Torrecilla hizo el primer balance de su gestión-; se echa en falta poderío físico atrás y en la zona ancha -sólo
Donk aporta esa condición tras la marcha de
N'Diaye-; se necesitan extremos con velocidad y desborde en el uno contra uno; y en ataque, otro pinchazo con el fichaje de
Zozulia (6 partidos, 0 goles).
Pese a que
Torrecilla no ha aprobado en su primer intento, el consejero
Rafael Salas ha comentado en Radio Sevilla que continuará y que la idea del club es fichar sólo a tres o cuatro jugadores de calidad que mejoren la base del actual plantel. El entrenador, en principio, acaba el 30 de junio. En su continuidad o no está la primera decisión trascendente que debe tomar quien lidere el
Real Betis 2017/2018.
A veces, se infravalora la figura del técnico, pero en el fútbol ha quedado mil veces demostrado que hay entrenadores capaces de ganar muchos partidos y perder muy pocos; capaces de aportar a la hora de fichar y de sacar rendimiento a futbolistas; y capaces de no hacer nada de eso.
Víctor sí o
Víctor no, esa es la primera y crucial cuestión.