Visitaba
La Cerámica el
Betis después de la histórica victoria ante el
Barcelona, pero también tras un parón que las estadísticas dicen no suele sentar nada bien al Betis de
Setién. Introdujo varios cambios el cántabro: dio descanso a
Lo Celso, que venía de un largo viaje, y entrada a
Guardado en el centro del campo; recuperó también a
Francis en detrimento de
Tello y apostó por
Feddal para suplir la baja del lesionado
Sidnei, respetando el resto del equipo que ganó a los culés, un once con el que pretendía comprometer a un
Villarreal con muchas urgencias para comenzar de una vez por todas su escalada en la
LaLiga.
Pero este
Betis, afectado aún por la resaca del
Camp Nou, no termina de encontrar la regularidad que se le exige para dar el salto definitivo a la zona noble de la tabla y ayer se mostró plano y horizontal. Amagó con una presión adelantada para poner nervioso al 'Submarino', pero fue el
Betis el que cometió fallos groseros en la entrega que les exponían sobremanera. Acertó el equipo de
Calleja presionando tanto a
Guardado como a
William Carvalho.
Pero, si superaban esa línea de presión, el
Betis tampoco se mostraba especialmente profundo, salvo alguna que otra internada de
Junior o
Joaquín que terminaban por hacer la guerra por su cuenta. Una noche plácida para
Asenjo.
No espabiló el
Betis en la reanudación, antes al contrario salió excesivamente relajado y lo terminó pagando muy caro encajando dos goles en dos minutos (52' y 54'), un mazazo demasiado duro del que no supo reaccionar el equipo verdiblanco que perdió su identidad y rozó la vulgaridad en
La Cerámica.