El
Betis de
Víctor no termina de despegar. Y no sólo eso. O, mejor dicho, si sólo fuera eso... Al Betis de Víctor se le multiplican los problemas. De la solidez defensiva que exhibió a su llegada al equipo le queda poco o nada. El fútbol que despliega es tan intermitente como ramplón y, por si fuera poco, su estrella goleadora anda con la persiana bajada.
Dani Ceballos necesita un aliado con quien asociarse, la defensa de cinco hace aguas por todas partes y lo que le da las jugadas de estrategia se lo quita la defensa del balón parado. Vamos, ´lo comido por lo servido´. Pero, si hay alguna luz al final del túnel, a ella se llega irremediablemente a través de la recuperación del delantero canario, porque él ha sido, es y será, mientras no haya un cambio estructural en el club, la solución a los problemas verdiblancos.
En su mano está la llave. Es lo que siempre ha funcionado. Si
Rubén está bien, el
Betis está bien. Lo sabe
Víctor, como antes lo supieron Poyet, Merino, Gaby Calderón y todo el que se ha sentado en ese banquillo. Incluso Mel, que es quien más rendimiento le ha sacado. Entrar dentro de su cabeza, saber cómo funciona esta ´rara avis´ del fútbol, liberarlo de la ansiedad que le invade y, sobre todo, mimarlo es lo que debe hacer Víctor si quiere que su proyecto funcione. De momento y a falta de propuestas más efectivas que atajen de raíz el problema, este equipo será lo que
Rubén quiera.