No hace demasiado, la salud mental se erigía en un tema tabú en el tema de deporte, a pesar de que ya era habitual que, debido a la presión a la que se encuentran sometidos en la elite, muchos deportistas han sufrido capítulos de ansiedad y depresión que han lastrado sus carreras y que, habitualmente, mantuvieron en silencio.
Así le ocurrió, por ejemplo, a un delantero que aterrizó en el Villarreal en la temporada 2009/2010 con fama de goleador y que permaneció en el Submarino tres temporadas con un rendimiento óptimo, sobre todo las dos primeras campañas. Se trata del brasileño Nilmar da Silva, que irrumpió en su país con mucha fuerza y se le consideraba una de las grandes esperanzas del fútbol canarinho.
El club amarillo fue en el que más partidos disputó a la carrera con un total de 116 encuentros y un balance de 34 goles y 16 asistencias, por lo que, durante un tiempo, resultó un futbolista importante para los amarillos. A partir de ahí comenzó su declive y, sobre todo, los problemas que a la postre le obligarían a dejar su carrera como futbolista.
Se marchó al fútbol árabe, más concretamente al Al-Nassr, y ahí, como relata en X la cuenta @futbolyprogreso, comenzó a sufrir un estado de depresión que todavía no se le había diagnosticado, ya que el equipo árabe no contaba con un departamento especializado en salud mental. No sabía lo que le ocurría y poco a poco fue empeorando. Hubo muchas tiranteces con el club hasta el punto de que le dejaron de pagar su salario. En una situación límite, empezó a sufrir ansiedad y a tener pensamientos negativos, planteándose ya la retirada.
Regresó a Brasil para enrolarse en el Santos y fue, como detalla dicha cuenta en redes sociales, cuando la situación se volvió extrema, pues en una concentración le invadió un sentimiento de angustia y sintió como se le paralizaba la mitad de su cuerpo. Se puso en manos de la psicóloga del club y inició un tratamiento para tratar este problema serio. Fue entonces cuando decidió romper su silencio y comunicar públicamente qué era lo que le pasaba. Reflejo de que se trataba de algo mal visto, el club no quiso que lo hiciera público, pero él se atrevió y recibió mucho apoyo.
Su revelación ayudó a muchas personas a entender lo que le sucedía y le permitió acometer este asunto de otra manera, consciente de que solo podría mejorar con paciencia y tratamiento. En 2017 colgó las botas y, a día de hoy, continúa yendo al psiquiatra y está muy concienciado con este asunto.
Tanto es así que dentro de sus planes a corto plazo prepara un proyecto personal para poder ayudar a todos los futbolistas que atraviesen por situaciones como la suya, para mostrarles el camino y que comprendan que en ningún caso se lo pueden guardar, porque este tema empieza a dejar de ser tabú en el mundo del deporte.